Locuaz y simpática, Claudia vino a Tucumán por una iniciativa de Alberto Pérez Bogado importante dirigente del Club 64 y miembro de la Comisión de Ajedrez Sostenible de la FADA a quien también agradecemos por esta nota.
Jugó un torneo rápido en la Sirio Libanesa y dio unas simultáneas en las Talitas. En ambos eventos se hicieron colectas solidarias para repartir entre los necesitados.
- Durante mucho tiempo en Wikipedia figuré como tucumana. Mi mamá era santiagueña creo que por ahí arrancó la confusión. Cuando pude acceder a Wikipedia lo corregí. Pido perdón a los tucumanos pero la verdad es que yo nací en Buenos Aires, en el Argerich, frente a la cancha de Boca, arranca risueña y divertida la gran maestra.
- ¿Cómo compaginas tu vivencia de la fe en una profesión donde predomina el racionalismo o un cierto agnosticismo?
- Bueno, lo primero que hago es escuchar y tratar de dar un testimonio desde mi vida. Yo tuve un accidente automovilístico en el que murieron mis padres y sentí la mano de Dios positivamente porque se salvaron mi hijo, mi marido y yo.
Algunos podrán ver desde otro lado y decir se te murieron tus padres pero para mí fue una experiencia muy fuerte y decidí sin embargo, ver la Providencia hasta en ese accidente. Pero no es lo único. Por ejemplo, con mi marido Gilberto Hernández (NdR: uno de los mejores GM mexicanos) nos volvimos a encontrar después de haber sido novios y distanciarnos un tiempo. Formamos una familia con 4 hijos más uno del corazón que es el Maestro Internacional salteño Pablo Acosta y tuvimos muchas dificultades porque no tenemos la misma cultura y la misma cabeza pero Dios siempre ha querido reencontrarnos a pesar de nuestras diferencias que por ahí son muchas.
- ¿Se puede ser esposa y madre católica al mismo tiempo que referente del ajedrez argentino?
- Esposa y madre católica es difícil para todos, sea ajedrecista o no.
Primero porque somos todos pecadores, eso ya lo sabemos y por todos los desafíos que tenemos los que estamos casados desde que nos levantamos hasta que nos acostamos por las diferencias que hay en los matrimonios. Tratamos de luchar por la familia, por los hijos y a las diferencias, rezarlas.
Ahora con el ajedrez yo trato de evangelizar y siempre me ofrezco a ser madrina de algún jugador. Ahora estoy esperando por dos salteños. Tengo muchos ahijados, 10, 7 de confirmación y 3 de bautismo. Si les interesa tener una madrina ajedrecista aquí estamos (risas).
Soy amiga del P. Carrara actual arzobispo de La Plata. Mejor dicho soy su oveja negra (risas). Él juega muy bien al ajedrez y trabaja mucho en el tema de las adicciones.
Cuando en Diciembre de 2024 lo nombraron en La Plata me dijo que colgaba el tablero. Le dije que haya tienen al GM García Palermo como diciéndole que ahí tenía a otro profesor mejor. Se puso en contacto con él. Era mi oveja sin pastor y ahora lo pastorea Monseñor. A lo que voy es que el pastoreo es en todos los terrenos y depende de todos los niveles y a veces los católicos estamos como esperando a que nos den la orden, como en los torneos que esperás la orden del árbitro para empezar a jugar y a veces la orden no llega pero justamente el evangelio de hoy es el del sembrador que salió a sembrar. El sembrador no es sólo Jesús. Sembradores somos todos. Hay que salir.
- En el Interior no teníamos tanta información pero sabemos que en un momento que en eras como la estrella emergente del ajedrez femenino tuviste un discernimiento de una vocación religiosa.
- Podemos decir que un discernimiento que por ahí no le hice caso a mi director espiritual que en ese momento era el P. José Sorano, jesuita que ya falleció. Yo me bauticé a los 7 y también por los viajes hice la comunión grande, es como que fui muy consciente de lo que iba eligiendo y cuando pasó esto yo estaba dando catecismo, tenía un grupo de jóvenes y estaba alejada del ajedrez. Mi contacto con el ajedrez es que escribía una columna para El Liberal de Santiago y otra para La Nación. Yo estaba viviendo en Merlo San Luis y torneos casi no jugaba, no me llegaba la información, no me enteraba de los mundiales, tampoco tenía novio y estaba en una etapa difícil, 25/26 años y tenía que decidir que iba a hacer de mi vida.
No había estudiado una carrera y tenía unas amigas monjas mercedarias, una de ellas, la hermana Amelia que ya falleció me dijo ¿por qué no hacés una experiencia? Y yo nunca pensé que esa experiencia iba a ser tan traumática, pensé que iba a pasar desapercibida, no había tanta tecnología informática como ahora pero igual el tratamiento fue bastante amarillista.
Para mí fue una experiencia de vida pero los medios me causaron escozor. Personalmente siempre sentí un llamado por la pastoral carcelaria, era un espacio que me llamaba, llegaba a Santiago y antes del torneo pedía ir a visitar la cárcel y justamente estas hermanas por su carisma de redentoras de cautivos y educadoras me atrajeron. Después pude llevar esto a través del ajedrez, llevando nuestro juego a la cárcel pero evidentemente la vida consagrada no era mi vocación. El P. Sorano me decía no, pero no le hice caso. No sé para que tengo directores espirituales si no les hago caso.
- Tenés cuatro hijos…
- Sí, y el Pablito Acosta que es el hijo del corazón. Es el mejor jugador salteño de la historia porque llegó a subcampeón argentino y antes de Faustino Oro fue el Maestro Internacional más joven del país con 13 años.
- Cóntame más de Pablo
- Nosotros íbamos a traer a casa a una sobrina desde México que tenía una dificultad física y entonces la mamá de Pablo nos pidió si lo podíamos llevar a los torneos en delegación porque ella no podía hacerlo. Pablo había dejado dos años de jugar y ahí volvió con 13 años.
Él había ganado dos veces todos los argentinos sub 8, sub 10 y sub 12 haciendo el 100% de los puntos. Pero no tenía el apoyo del gobierno y menos de un privado. Al final no vino mi sobrina y le digo a Gilberto -che, ¿por qué no traemos a Pablito a casa? Y Gilberto me sorprendió porque dijo que sí, sobretodo porque tenemos una hija mujer y ambos estaban entrando a la adolescencia.
Si bien Gilberto no llegó a ser el segundo papá de Pablo yo si fui la segunda mamá. Ahora se encuentran en los torneos y comparten, se ríen, están juntos, podríamos decir que disfrutan más que antes.
Pasa que Gilberto es muy ubicado decía, él tiene mamá y papá y no quería ocupar ese lugar, en cambio, para mí, mis alumnos son un poco como mis hijos.
- ¿Tenés muchos alumnos Claudia?
- Sí, de toda la vida. Algunos viven en Estados Unidos, en Canadá pero todos son como mis alumnos hijos. Por los viajes compartes cosas que por ahí no sabe nadie, algunos hasta se confiesan con vos.
- ¿Sos como una madraza del ajedrez argentino?
- En un momento me puse en una cuenta Supermami. Creo que somos una gran familia y no sólo en el ajedrez (NdR: el lema de la Federación Internacional es “Somos una familia”). Todos pertenecemos a la familia humana.
Creo que tenemos que tener ese afecto, esa empatía. A mí no me cuesta nada encariñarme. ¿Viste que la gente se encariña con un perro pero le cuesta con una persona? Bueno, a mi no me cuesta.
- Eso es muy importante. Hoy proliferan las peluquerías para perros, las veterinarias pero se descuida al ser humano.
- Es lo que dice mucho el Papa Francisco, la cultura del descarte, descartamos niños, los abortamos, los vemos tirados o con hambre y no nos conmovemos pero encontramos un perrito le damos de comer, lo rescatamos, etc.
Yo tengo animales y este año se nos murieron un perros y dos gatos y mis hijos los lloraron pero nunca pueden ocupar el lugar de un ser querido. Las personas que reemplazan el afecto de un hijo con un animal tienen una gran ceguera.
- El GM checo Ludek Pachmann en su momento abandonó el comunismo y se bautizó . Vos que viajaste por todo el mundo ¿podrías contarnos que otros ajedrecistas tienen una vivencia grande de la fe?
Bueno hay muchísimos pero el más conocido, de quien hice un video y todo es Henrique Costa Mecking “Mequinho” (NdR: talentoso GM brasileño) que tuvo miastenia grave y con un grupo de la Renovación Carismática que una tía le presentó, se curó. Luego estudió teología y algunos dicen “está loco”.
Creo que todos los ajedrecistas tenemos una chapa levantada pero en realidad cuando uno habla de Dios parece que estás loco. Es la locura de Dios. San Francisco de Asís hablaba con los animales. Yo comía con gobernadores, dirigentes y bendecía la mesa. Dios primero y después lo demás.
Con la delegación de San Luis éramos 15, 20 y todos rezábamos bendiciendo. Me preguntaban si era evangélica y yo les decía que si pero católica.
El ajedrez es una búsqueda y eso lo noto mucho en el ajedrecista ateo. Al principio se niega pero luego, cuando llega la vejez o la enfermedad ahí hay un cambio.
Siempre se busca creer en algo, bueno Dios sabrá, Él conoce cada corazón. Lo que es imperdonable es que los que lo encontramos no lo prediquemos, si lo encontraste y no lo predicas es culpa tuya no es culpa del Señor.
- ¿Alguna vez te sentiste discriminada o que te cerraron algunas puertas por ser católica?
- Discriminada no pero perseguida sí, atacada. Por los masones sobre todo que se disfrazan astutamente. Me puse estudiar un poco de ellos a seguirles la huella porque Dios viene por ellos también, Jesús vino para todos, la salvación es para todos. Muchas veces se burlaron de mí como lo hacen con Mecking pero no me importa, yo prefiero pasar por loca y no por no tener fe.
- ¿Tus victorias más importantes?
- Le empaté a Najdorf, a Larsen, le gané en rápidas a Susan Polgar pero no son las victorias lo más importante sino las vivencias que te deja el ajedrez.
De Najdorf me acuerdo que se enfermó y lo fui a ver al hospital y jugamos ahí me ganó 10 a 0 y se reía y me decía “nena pasa que me hicieron transfusión de sangre de Kasparov”, de eso me acuerdo.
Me enorgullezco más de mis alumnos que hoy triunfan trabajando en el Banco Mundial como mi ahijado Andrés Martínez o de Guillermo Traves que trabaja en IA en Canadá saliendo de un hogar de artesanos en Merlo. Y eso es lo que tiene el ajedrez. Es una herramienta más, algo que te sirve para la formación. Los padres deben ser conscientes que de 50 uno solo va a ser el campeón. Muchos chicos dejan de jugar por la presión. A todos nos gustaría tener un Faustino Oro en casa pero eso no es posible. Pero el ajedrez tiene muchas aristas y es cultura, te abre puertas y a diferencia de la droga te lleva al mundo real donde sí podés.