El 1 de septiembre pasado, autoridades municipales, iglesias y familias llevaron a cabo una jornada de oración y reflexión llamada “Rincón se une en Oración y Fe”. Los pastores y el sacerdote de la comuna se congregaron con el objetivo de llamar a las familias a unirse en oración esperanzadora para los habitantes de nuestra ciudad”.
Hechos lamentables como el que está padeciendo nuestra ciudad, se observan en el mundo. Abortos, drogadicción, promiscuidad, asesinatos, separaciones conyugales, son algunos ejemplos que están llevando al ser humano a su decadencia.
Los mensajes que se transmiten en la actualidad apuntan a una crisis de la verdad. Debiéramos replantearnos urgente los términos “amor” que se confunde con sexo, “libertad” con simple independencia o libertinaje; la honestidad y el compromiso están pasados de moda...
¿Qué pasa con nuestros jóvenes? ¿Por qué creen que su vida no tiene sentido? ¿Qué podemos hacer como adultos para ayudarlos a ser felices y tener esperanzas?
La historia de la humanidad, da cuentas que desde los comienzos de la existencia humana, el hombre busca trascender a través del desarrollo espiritual. Primero creyendo en la naturaleza, luego en diferentes dioses, en sus ancestros, en un Dios único, hasta llegar al cristianismo de nuestros días. El ser humano necesita de un faro que guíe sus pasos. Es de vital importancia que los padres guiemos a nuestros hijos en el desarrollo y el reconocimiento de su dimensión espiritual. Enseñar a niños y jóvenes que su vida tiene un sentido.
Hoy en las escuelas se puede observar la falta de educación espiritual de los niños, no solo en cuanto a religiosidad, sino también en el desarrollo de una interioridad rica en valores y sentido de vida. Muchos padres consideran que los niños tienen el derecho de elegir una religión cuando sean más grandes. Es muy difícil que un joven decida sobre un tema que no conoce, hay que prepararlos a través de la educación.
Educando en la espiritualidad, ayudamos a que nuestros hijos se conecten con su interior, permitiendo que aflore el amor, la alegría, la paz, la inteligencia, la compasión, el perdón; capacidades elevadas que les ayudarán a salir de situaciones dolorosas que les toque vivir.
Los padres debemos estar atentos a que nuestros hijos se nutran en todas las dimensiones (cuerpo, psiquis y espíritu), a esto se le llama educación integral. Y en este sentido hacer un análisis sobre nuestro proceder como adultos ¿estamos educando íntegramente a nuestros hijos? El momento es ahora, cada día es un milagro en esta vida y debemos aprovechar a sembrar lo mejor de nosotros para cosechar grandes frutos de felicidad en ellos.
La educación debe forjarse en el amor desde el hogar, amor de padres a hijos. Y aunque las nuevas ideas del mundo occidental hayan impuesto modas liberales, no perdamos de vista lo que realmente deseamos para nuestros niños.
¿Queremos formar personas con un futuro esperanzador y feliz o dejar a nuestros hijos a la deriva y que cualquier corriente los arrastre por los caminos mundanos? Debemos recapacitar como padres y tomar las riendas de nuestra responsabilidad como tales.
Los resultados que se están viendo en la sociedad demuestran que la cultura de vivir para el disfrute, de valorar más a las cosas que a las personas, no nos está llevando por buen camino y aleja de la verdad y la felicidad a los jóvenes.
Las iglesias de la comunidad, junto con autoridades municipales alientan a todos los padres a participar activamente en la educación espiritual desde el hogar. Así mismo, refuerzan el rol de principales educadores y promueven una autoridad paternal activa y amorosa en la familia de los niños y adolescentes.
Paola S. López
Alumna de Lic. En Orientación Familiar- Universidad Austral