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Como enseña la Doctrina Social de la Iglesia en los hogares no sólo deben transmitirse las tradiciones religiosas de un pueblo sino también las tradiciones patrias. Argentina tiene cientos de historias grandes y sublimes. La batalla de la Vuelta de Obligado es una de ellas.
Soberanía nacional.
El día de la Soberanía Nacional fue instituido el 20 de Noviembre por ley Nº 20.770 y promulgado por el gobierno de María Estela Martínez de Perón en homenaje a la Batalla de la Vuelta de Obligado , gesta patriótica comandada políticamente por Juan Manuel de Rosas y militarmente por el General Lucio Norberto Mansilla un 20 de Noviembre de 1845 frente a la pretensión de una escuadra anglo francesa de navegar libremente nuestros ríos interiores.
Rosas que era el encargado de las relaciones exteriores de la Confederación comisionó a Mansilla para la defensa de nuestro territorio quien dispuso enfrentar a la flota extranjera en un recodo donde el Paraná se angosta conocido como la Vuelta de Obligado.
Allí colocó estratégicamente sus 60 cañones de corto alcance para hacer frente a los 418 modernos y potentes del enemigo. También hizo colocar 3 gruesas cadenas en el lecho del río unidas con lanchas con explosivos. Y aunque la escuadra anglofrancesa superó el bloqueo la resistencia fue feroz, a tal punto que la victoria militar no se tradujo en una política, porque ningún puerto del Paraná quiso negociar con los invasores.
Uno de esos criollos fue el cabo Don Estanislao Maldones jefe de una pieza de artillería que por su heroico desempeño fue ascendido a Alférez de Artillería por el propio Mansilla al final del combate. Ya siendo teniente primero y jefe de batería combatió en Caseros a las órdenes del Cnel. Chilavert contra las tropas aliadas de Urquiza y los brasileños.
Meses despues, exhautos, enfermos y con hambre los anglofranceses debieron hacer los 21 cañonazos en desagravio al pabellón nacional antes de retirarse. El libertador don José de San Martín legó su sable a Rosas por la decisión y sagacidad con que éste enfrentó y venció a las dos potencias más importantes de la época.
Exhaustos, enfermos y con hambre los anglofranceses debieron hacer los 21 cañonazos en desagravio al pabellón nacional antes de retirarse.