Completamente fuera de contexto, según los artículos de la ley y rayando el abuso de menores las escuelas proponen como material de lectura textos donde se explica con lujo de detalles, cómo dos jóvenes mantienen relaciones sexuales y se muestran imágenes explícitas más propias del Kama Sutra que de un libro escolar.
El ministro del interior se
excusa en el discurso de que se trata de un catálogo de literatura que se
propone pero nadie está obligado a usar. Aberrante. Si las películas están
discriminadas por el contenido de las imágenes y el vocabulario, cuánto más deberían
estarlo los libros que además del vocabulario deja libre la imaginación de
quien lo lee.
En el año 2006 se promulgó la ley 26150 de Educación Sexual Integral. Entendiendo
que la Educación Sexual es un punto clave en la educación de niños y
adolescentes, para lograr un desarrollo pleno, pero además intervenir en la
prevención de enfermedades de transmisión sexual, embarazos adolescentes,
adicciones, etc.
Todos estamos de acuerdo en que estos temas necesitan ser
abordados en profundidad para lograr ciudadanos equilibrados, sanos y
responsables.
La fundamentación de la ley propone objetivos positivos, aunque los
contenidos que se proponen, dejan de lado la naturaleza de la persona como
varón y mujer. En este sentido que la ley se llame Educación Integral, sería
abarcativa de la educación en la sexualidad. La persona es un ser dimensional,
bio-psico-espiritual donde la sexualidad abarca las tres dimensiones ya que
varón y mujer son diferentes en las tres. Tomar la sexualidad separada de estas
es tener una mirada reduccionista del hombre y sus conductas.
Entender la sexualidad desde la libertad sexual, la búsqueda del placer personal
y de la persona guiada por sus emociones, sin ningún tipo de autocontrol y
autoconocimiento, contradicen la naturaleza de la persona, desechando la
fecundidad y la donación de si, que están intrínsecamente asociadas a los
vínculos de pareja.
La familia es la institución biológica y natural primigenia y en la que se
basan todas las sociedades. Es biológica no sólo en el sentido físico del
cuerpo humano, sino en toda su estructura dimensional. Por estar formada por
hombres y mujeres, comparte estas dimensiones humanas, propias de la biológica
personalísima del hombre. La familia es natural porque surge de la propia
naturaleza humana, cuando un hombre y una mujer unen sus vidas, en un proyecto
común que no se reduce a la procreación de nuevos seres humanos, sino que en
ella se encuentra inscripta toda la capacidad para educar y formar a los hijos.
Sin familia el hombre no es viable. El hombre es un ser familiar porque
nace y muere indefenso, sin recursos, desprotegido. Es el depósito de los
valores que más profunda y permanentemente quedan grabados en el espíritu
mediante la educación.
Por ser el hombre una unidad integral y dimensional es clave educar a los
niños y jóvenes para ser libres y responsables, personas que conocen las
consecuencias de sus actos y es capaces de controlar los impulsos, no estar
determinado por la materia que es su propio cuerpo sino auto dominarse, tomar
decisiones y hacerse responsable de las consecuencias de ellas.
Esto se logra plenamente en la familia, que aporta vínculos sanos y
duraderos, donde la persona se define como varón o mujer, como un modo de ser y
estar en el mundo y donde los hijos se reconocen como personas mirando el ser y
actuar de sus padres. Los padres con su amor incondicional enseñan valores,
educan en las virtudes y acompañan en el autoconocimiento y el autocontrol para
que sean personas ecuánimes.
Por ser la familia una institución natural, el estado, la escuela y las
demás instituciones sociales han surgido en la historia para complementar y
acompañar a las familias en su tarea formativa. Ningún estado puede ni debe
sustituir a la familia en sus funciones nutricias y educativas, por el contrario,
debe exigir a las familias tomar su lugar en la vida de los hijos, generando
políticas públicas que garanticen a todas las familias el pleno desarrollo de
sus miembros tanto en lo económico como en lo afectivo y emocional.
Volviendo a la educación sexual integral es indispensable que los padres de
familia tengan acceso a programas de formación que les brinden herramientas
sólidas para educar a sus hijos en la sexualidad desde temprana edad. Deben
respetar los valores y creencias familiares. Desde las escuelas se debe
complementar la educación de la familia, nunca reemplazarla.
La educación de la sexualidad no puede ni debe ir separada de la educación
de la afectividad y de la libertad responsable. Y esta educación no comienza un
día cuando el niño o joven tiene una determinada edad, sino que los educamos
desde el primer momento de vida, cuando les hablamos de su cuerpo, de lo lindo
que son, los abrazamos y les brindamos cuidado, con esos gestos ya estamos
educando la sexualidad y la afectividad.
Familia, escuela y estado deben trabajar mancomunadamente para lograr
programas de educación integral de la persona que garanticen un desarrollo
armónico y pleno de los niños y jóvenes, hacer de ellos ciudadanos maduros y
responsables, capaces de tomar decisiones a futuro que fructifiquen en la
sociedad y la cultura.
Como padres debemos formar, informarnos y denunciar estos abusos. No
podemos quedar afuera de un área tan transversal de la educación de los niños y
jóvenes.
No es la primera vez que vemos estas noticias. La pregunta es ¿Hasta cuando
nos vamos a quedar callados?
Por Luciana Mazzei
Licenciada en Orientación Familiar
Contacto:
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