En el diccionario de la RAE encontramos que la palabra "educar" proviene del latín, y su etimología está relacionada con dos posibles raíces:
Ambas raíces sugieren que educar
implica un proceso activo, ya sea de guiar y nutrir, o de extraer lo mejor del
individuo para su crecimiento y desarrollo integral.
Analizando en profundidad estas
definiciones es interesante pensar que el docente o educador debe ser un sujeto
activo, que conoce el camino porque es el que debe guiar. Pero también en su
función de nutrir y criar es necesario que conozca personalmente a quienes
educa.
Transmitir saberes, conocimientos e
información… eso es fácil. Pero educar trasciende estas acciones, porque quien
educa lo hace desde todas sus dimensiones. El docente en el aula, el padre en
su casa, educan siempre, no sólo cuando imparten saberes o corrigen una
conducta. Cada acción es objeto de educación porque los niños y adolescentes
están atentos a ellos siempre. El respeto por la persona, el compromiso con la
tarea, el cariño con que se corrige también educan y enseñan a los jóvenes a
vivir en sociedad.
La sociedad ha
cambiado, las tecnologías están en nuestras vidas y encontrar información es
mas fácil que nunca, por ello la educación formal está siendo desafiada. Hoy
vale más enseñar a buscar información con espíritu crítico y analítico,
desarrollar habilidades para discernir acerca de lo que se encuentra en los
medios de comunicación y redes.
El docente ya no
es el único que transmite conocimientos, volvemos a la definición de educador
como facilitador y guía, que pueda guiar a los educandos a encontrar en sí
mismos aquellas habilidades que lo ayudarán a moverse en un mundo en constante
cambio.
La docencia es
una vocación, no hay dudas de ello. El amor por el conocimiento y por la
persona son lo que los mueve y motiva. Los lleva a trabajar por el desarrollo
pleno de la persona que es educada, lo académico, pero también el
autoconocimiento, la valoración de sí, la empatía.
Es sabido que la
docencia enfrenta muchos desafíos. Es una tarea que, en nuestro país no es bien
remunerada, donde muchas veces los padres restan autoridad al docente, es
difícil lograr una alianza sólida entre la escuela y la familia, se ha delegado
en ellos muchas de las funciones que competen a los padres.
Pero esta situación
antes de desmotivarlos tiene que estimularlos a encontrar nuevas formas de
entusiasmar a niños y padres. Lograr que las escuelas sean instituciones de
puertas abiertas, que todos las sientan como su casa y puedan hacer sus
aportes.
Los docentes
tienen en sus manos el poder de transformar el mundo en alianza con los padres.