Profundizando el tema, estos sucesos ocurrieron en el marco de las guerras napoleónicas y , así,el gobierno britanico, tras vencer a las fuerzas franco- españolas en Trafalgar, consiguió el dominio del espacio atlántico, lo cual sumado al bloqueo continental impuesto por el emperador francés, iniciaron una política agresiva en busca de nuevos mercados para proveerse de materias primas y vender su producción industrial.
A su vez, los últimos años del siglo XVIII y comienzos del XIX, se evidenció la decadencia del dominio español en toda América, lo cual se complementa con la sumisión internacional, a los intereses de Francia como la reflejó la política llevada a cabo por Godoy, ministro del timorato Carlos IV. De esta manera, hasta 1808, el imperio español se pondrá bajo la órbita del gobierno revolucionario, lo cual ahondó el malestar inglés.
Mientras tanto, Gran Bretaña había consolidado el dominio de los mares tras la derrota y eclipse de Holanda, y comenzó a comerciar con los puertos portugueses y españoles en Sudamérica comenzando a mostrar interés por el Río de la Plata, especialmente desde la creación de este virreinato en 1776.
Eyzaguirre expresa esta situación señalando “Dueña de los mares, por sus escuadras victoriosas en Trafalgar, creyó propicia la hora no solo de vengar las subordinaciones de Carlos IV a Napoleón,...sino, también, los estímulos que la corona española había desarrollado en la emancipación de las colonias inglesas de América del Norte”.
Desde fines del Siglo XVIII, el gobierno conjuntamente, con los mandos militares planeaban operaciones en nuestra región. Se esperaba enviar una expedición a cargo de Robert Craufurd para tomar Valparaíso, en la capitanía chilena y , desde allí, marchar al Perú. Asu vez, se prometió ayuda a Francisco Miranda de tropas británicas. Justamente, Miranda les presento un plan por el cual los ingleses atacaron Buenos Aires, mientras otras unidades dominarían las costas chilenas para marchar a Lima.
En el año 1805, una escuadra inglesa navegó en los mares de nuestro continente y siguió viaje hacia el cabo de Buena Esperanza donde conquistó las colonias holandesas de Sudáfrica. El virrey Sobremonte tuvo noticias que esas fuerzas intentaron tomar Buenos Aires, pero cuando tomó conocimiento del cambio de planes por parte de la armada invasora descuidó la defensa de la capital virreinal.
El cuestionado virrey en esa oportunidad había solicitado refuerzos militares a España dado que sus cuerpos militares habían sufrido bajas en los últimos años dado que tuvieron que reprimir los levantamientos en la región, especialmente el de Tupac Amaru.
La respuesta por parte del las autoridades peninsulares fue, sugerir que el virrey armase al pueblo para la defensa, pero, este entendía que dar armas a los criollos que consideraba que estaban influenciados por ideas revolucionarias, era una estrategia peligrosa para los intereses de la Corona española.
Un año más tarde, en Junio de 1806, las tropas británicas a cargo del general Willians Carr Beresford harán su irrupción en el escenario rioplatense. Entonces, Sobremonte, ante esta amarga sorpresa, se limitó a organizar algunas partidas que vigilaban la costa atlántica. Anoticiado del desembarco en la Ensenada, dio una serie de órdenes y contraordenes, se movió de un lado a otro, y distribuir armas y municiones de manera inconveniente.
En efecto, la tropa inglesa, comandada por Beresford desembarco en Quilmes el 25 de junio de ese año y marchó hacia Buenos Aires. Entonces, el virrey y parte de la administración española se retiraron a Córdoba, quedando la defensa en manos de la Real Audiencia, y de las milicias maltrechas y mal estrenadas que se rindieron inmediatamente ante las tropas invasoras.
Beresford se hizo cargo de la gobernación, en nombre de Jorge III, y sus primeras medidas fueron obligar a los funcionarios civiles, eclesiásticos y militares prestar juramento de fidelidad a dicho monarca, establece la libertad tanto de comercio como de culto.
Horas más tarde, la primera sorpresa del vecindario porteño se transformó en indignación dado que tomó conciencia de que las autoridades coloniales cedieron ante un miedo vergonzoso dejándolo indefenso ante un poder extranjero.. Ese día floreció un sentir popular y nacional en un pueblo herido en su derecho y honor, en su amor a la monarquía y a sus representantes, en su amor al suelo, a las costumbres, al hogar y a la familia, pero, sobretodo a la religión tradicional.
Asi, en el acta de la cofradía de Santo Domingo del 22 de Agosto, se expresa la desazón de la feligresía al suspender el gobierno usurpador el culto al santísimo sacramento, lo cual causó gran estupor entre los vecinos, en especial en Santiago de Liniers quien se comprometió ante la virgen del Rosario a hacer todos los esfuerzos por recuperar la ciudad de las manos de los herejes tal como la población criolla consideraba a los ingleses.
Un testimonio recogido por Eyzaguirre describe este sentir popular hacia los ingleses afirmando que estos “ eran conocidos en estos países como los enemigos mortales de la religión que se profesaba, una religión sin la cual nadie podía salvarse…”
De esta forma, con este espíritu se organizara la Reconquista. En Buenos Aires, Don Martin de Alzaga junto a Juan Martin de Pueyrredon convocaron a que el pueblo resistiese la dominación británica; mientras tanto, Liniers se cruzó hacia Montevideo, y desde allí ,con la colaboración del gobernador Pascual Ruiz Huidobro, adiestraba las tropas para recuperar la ciudad.
En Agosto, Liniers regreso a Buenos Aires y el 12 de ese mes ingresaron a la ciudad tomada, rodeando a los usurpadores quienes acorralados en el fuerte terminaron por rendirse.
Dos días posteriores, se realizó un cabildo abierto, el cual decidió traspasar el poder militar de Sobremonte a Liniers e iniciar la organización de milicias urbanas que estuviesen en condiciones de defender la ciudad ante la posibilidad de nuevas invasiones.
En 1807, tuvo lugar la segunda invasión por parte de la armada británica. En Febrero de ese año, una nueva y más numerosa fuerza tomo Montevideo, y en Junio se decidió a conquistar Buenos Aires, sumandoles las tropas procedentes de la Ciudad del Cabo. Esta segunda invasión a la sede virreinal estuvo comandada por John Whitelocke , quien desembarcó en La Ensenada, y desde ese lugar marchó a la ciudad.
Martin de Alzaga convocó a los vecinos a resistir la invasión,en tanto que las milicias, al mando de Santiago de Liniers, se prepararon para la defensa de la ciudad. Se abrieron trincheras y barricadas en el cruce de las calles y se reunió todo el armamento posible gracias a la intervención de los vecinos y de las tropas, las escuadras inglesas no pudieron avanzar hasta la plaza de la Victoria, hoy plaza de Mayo, el cual era su objetivo. Ante esta férrea defensa, Whitelocke terminó por rendirse.
Sin embargo, los ingleses no renunciaron a sus aspiraciones de dominar la cuenca del Plata, y de Hispanoamérica en general. El gobierno de Londres cambió de táctica y planeo presentarse como libertador y no como usurpador de estos territorios buscando obtener, de esta manera el beneplácito de los criollos.
El general Arthur Wellesley , asesorado por Francisco de Miranda en su regreso a la capital londinense, tomó a cargo esta tarea diseñó un proyecto de dividir en cuatro partes los dominios hispánicos, crear una monarquía constitucional, con parlamento bicameral, conservando las demás instituciones coloniales y estableciendo al catolicismo como religión oficial, además de mostrar las bondades del libre comercio.
Su plan militar consistía en enviar una poderosa flota al Río de la Plata, llevando armamentos tanto para los británicos como para los criollos. A Su vez, se enviará expediciones a México y a Venezuela para apoyar la causa de Miranda. Desde estos puntos se “ liberaría” el resto de las posesiones españolas. Para lograr este objetivo, debían promover odios entre criollos y peninsulares.
Este plan quedó truncado cuando, ante la invasión napoleónica a España, el pueblo de Madrid se levantó en armas, teniendo lugar la guerra de la independencia, en la cual el gobierno de Gran Bretaña se proclamó aliado del pueblo insurrecto. Así, las tropas destinadas a América, se dirigieron a la península Ibérica en apoyo de la insurrección. No obstante, el gobierno británico ejercera influencia.en la región a través de su diplomacia cobrando importancia la figura de Lord Stafford quien mediara desde Río de Janeiro, las relaciones entre los nacientes gobiernos revolucionarios desde 1810 y las potencias europeas. Además será de vital importancia la labor de La Masonería por medio de sus logias.
En efecto, las invasiones inglesas revitalizaron a la logia fundada a fines del siglo XVIII que pertenecia a“ La Grande Loge Generale Escossiare”de Francia habida cuenta que los generales británicos como Beresford, Popham y White locke eran masones, y algunos criollos durante su ocupación, entablaron conversaciones con ellos, mientras que el pueblo organizaba la reconquista.