En la primavera de 2012, Fosse bebió sin parar durante dos meses seguidos, hasta que colapsó. En un correo electrónico escribió: "He tomado la decisión de dejar de beber".
Nacido en 1959 en el pequeño municipio de Haugesund, en la costa occidental de Noruega. Fosse creció en el bello Strandebarm, a orillas del fiordo, donde pasaría su infancia subido a una bicicleta y pegado a su inseparable guitarra. Ya desde pequeño dejó entrever un alma artística y rebelde. A los once años llevaba un pelo tan largo, que ningún vecino recordaba algo semejante.
Su padre trabajaba como director en una cooperativa y su madre era ama de casa. En Strandebarm vivió años muy felices, pero Jon nunca tuvo nostalgia de su pueblo, de hecho, siempre le importó más la "costa oeste de Noruega" que había en su interior. De hecho, el personaje principal de Septology, su obra cumbre, se sienta y contempla las olas. "Miro mis propias olas interiores desde el corazón de Europa", relata el protagonista.
Obra extensa y bastante exitosa
Fosse iba creciendo y se interesaba cada vez más por el mundo de las letras, se matriculó en la Universidad de Bergen, donde estudió literatura comparada, y llegó a ser años más tarde uno de los grandes escritores noruegos de siempre. En los últimos cuarenta años de vida ha escrito novelas, poemas, obras de teatro, libros infantiles, ensayos... y su obra ha sido traducida a más de cincuenta idiomas.
Desde su debut en 1983 con Rojo, negro ha recibido innumerables premios, tanto en su Noruega natal como en el extranjero. Un ejemplo es la Orden Nacional del Mérito de Francia o incluso la legendaria Grotten, una residencia honoraria situada en el recinto del Palacio Real, en Oslo. Además, el Daily Telegraph le incluyó en su lista de 2007 de genios vivos.
Cuando cumplió los cincuenta, Jon Fosse estaba exhausto. Había escrito obras a un ritmo increíble durante muchos años. Llegó a escribir dos obras de teatro en un mismo verano. Como no le gustaba ser el centro de atención, tomó la decisión de retirarse. Ya no quería viajar más ni escribir, al menos de momento.
Retirado en Hainburg an der Donau, un pequeño pueblo cercano a Viena, Fosse se ha sentido siempre muy atraído por Austria, un país de profundas tradiciones, y un lugar donde la música clásica, el teatro y la fe católica siguen siendo todavía muy fuertes.
"Una de las ventajas de vivir en Hainburg es que sólo tengo contacto con mi familia más cercana. Voy a misa y hago la compra una vez por semana. Es tranquilo y pacífico. Me acuesto a las nueve y me levanto a las cuatro o cinco de la mañana", explica el escritor.
Sin embargo, la vida de Fosse no ha sido siempre tan idílica como lo es ahora. Durante mucho tiempo bebió demasiado. Aunque nunca lo hizo cuando escribía; ya que necesitaba estar sobrio para dar su mejor versión. Bebía para combatir la ansiedad. El alcohol lo llegó a dominar por completo y necesitaba beber para encontrarse "normal".
En la primavera de 2012, Fosse bebió sin parar durante dos meses seguidos, hasta que colapsó. En un correo electrónico escribió: "He tomado la decisión de dejar de beber". Sufría delirios severos y se encontraba bastante mal. Ese año supondría un punto de inflexión en la vida de Fosse. Además de dejar el acohol se convirtió al catolicismo y se casó con Ana (tiene seis hijos, el más pequeño es un bebé). "Me hice cargo y cambié el rumbo del barco", comenta en un entrevista.
Su gran obra es Septología -dos de cuyos volúmenes fueron finalistas al Booker Internacional en 2020 y 2022-. En ella, Fosse es partidario de plasmar un misticismo de la vida ordinaria. "Todo lo que he escrito puede considerarse una especie de 'realismo místico'. Septología, concretamente, es un realismo tan claramente místico que tiene referencias reales y componentes ensayísticos, está completamente conectado con la forma en que piensa el narrador de la novela", afirma este declarado admirador de Federico García Lorca.
Septology es una novela de siete volúmenes que ejemplifica lo que describió Fosse como su giro hacia la "prosa lenta". El narrador es un pintor llamado Asle, un converso al catolicismo afligido por la muerte de su esposa. La noche antes de Nochebuena, Asle encuentra a su amigo inconsciente muriendo por el alcohol en un callejón. Sus recuerdos se duplican, se repiten y poco a poco se desdibujan en una sola voz, una conciencia difusa capaz de existir en muchos tiempos y lugares a la vez.
"Era importante para mí no morir antes de terminar este trabajo. Puede parecer una locura, pero tenía miedo de no llegar a la meta. Todos desapareceremos y tenía miedo de que mi salud y mis fuerzas no aguantaran más. Después de todo, he experimentado lo que he experimentado", expresa Fosse en referencia a sus problemas con el alcohol.
Su historia de conversión
La vida de su personaje Asle es muy parecida a la del propio Fosse, que se convirtió al catolicismo en 2012. "Tuve una especie de giro religioso en mi vida que tuvo que ver con entrar en lo desconocido. Yo era ateo, pero no me podía explicar lo que pasaba cuando escribía. Siempre puedes explicar el cerebro de una manera científica, pero no puedes captar en qué consiste esa luz o ese espíritu", comenta.
Asle, su personaje, piensa algo muy parecido a lo que piensa Fosse sobre Dios: "Decidí que el personaje principal se pareciera a mí, por ejemplo, en esta idea de que Dios está tan cerca que no puedes experimentarlo y tan distante que no puedes pensar en él".
Sin embargo, la idea de Dios en Fosse es más un encuentro que una creencia. "Si eres un verdadero creyente, no crees solo en dogmas o instituciones. Si Dios es una realidad, crees a otro nivel. Eso no significa que los dogmas y las instituciones religiosas no sean necesarias. Si el misterio de la fe ha sobrevivido durante dos mil años, es gracias a que la Iglesia se ha convertido en una institución", explica.
La gracia para Fosse es también un elemento importante. "Cuando logro escribir algo, lo veo como un gran regalo, como una especie de gracia. Incluso cuando hago una producción de alguna de mis obras eso requiere mucho trabajo; que los actores se aprendan el texto, montar la escenografía... He conseguido que mucha gente haga mucho, y no lo merezco. Es más de lo que merezco", reconoce.
"Saber escribir y escribir bien, eso es gracia. Creo que quizás la vida en sí misma puede ser una especie de gracia. Aunque a veces entiendo a las personas que desean dejar esta vida, es un lugar tan horrible en muchas ocasiones. También se puede pensar en la muerte como una gracia. Estar aquí todo el tiempo debe ser horrible", afirma.
Para Fosse, lo que ocurre es que muchos de estos conceptos trascendentes son paradójicos. "Este mundo caído es una especie de don, pero luego todo se vuelve demasiado paradójico. A veces me siento tan lleno de contradicciones que no sé cómo logro permanecer unido, ser uno. Estoy seguro de que Dios está presente todo el tiempo, aunque a veces no lo sienta", señala el escritor.
Si ha habido un católico importante en la vida de Fosse ese ha sido el teólogo dominico medieval Eckhart. "Empecé a leer a meister Eckhart a mediados de los años 1980. Fue una gran experiencia. Lo leí mucho después de terminar la universidad, junto con Martin Heidegger. Sentí que era como Heidegger, pero de una manera mucho más profunda. Eckhart es el escritor que más me ha influido", reconoce.
"Empecé a creer en Dios, pero al igual que Eckhart, no tenía dogmas. Sentía la necesidad de compartir esta forma de creer con alguien más, así que acudí a los cuáqueros, pero, tiempo después, dejé de ir. Durante años fui un simple escritor y no tenía a nadie con quien compartir mis creencias. A mediados de los 80 fui a misa a una iglesia católica en Bjørgvin y me gustó, hasta el punto de que comencé a asistir a un curso para hacerme católico. Muchos años después decidí entrar en la Iglesia Católica. No podría haberlo hecho si no fuera por el maestro Eckhart y por su forma de ser católico y místico a la vez", comenta.
Puedes ver aquí el momento en el que le conceden el Nobel de Literatura 2023.
"Mi lado místico se remonta a cuando tenía siete años y estuve a punto de morir en un accidente. Me vi desde fuera, en una especie de luz resplandeciente, en paz, en un estado muy feliz. Estoy seguro de que ese accidente, esa experiencia cercana a la muerte, me formó como escritor. Esta experiencia me abrió los ojos a la dimensión espiritual de la vida, aunque siendo marxista, traté de negarlo lo más que pude", concluye.