Desde el año 2005 el doctor Pérez los tenía conservados en formol, habiendo hecho uso de su derecho a la objeción de conciencia, se negó a descartar estos cuerpitos como residuos patológicos , como estipula el Ministerio de saluda para muertes fetales antes de las 20 semanas de gestación o con un peso menor a 500gs.
Según el abogado Pablo Possetto , que patrocinó la demanda judicial: "El fallo es contundente y revolucionario", consideró. Esto es así porque la Organización mundial de la salud entiende que hay muerte perinatal o fetal a partir de la semana 20 del embarazo y la primera semana de vida fuera del vientre materno. De esta manera, si la muerte ocurre antes de la semana 20 o el bebé pesa menos de medio kilo, los padres no se llevan ningún papel que demuestre su defunción y los restos son descartados como residuos patológicos .
En la misma línea El Ministerio de Salud de la Nación ofrece como definición al respecto de la defunción fetal: “Es la muerte ocurrida con anterioridad a la expulsión completa o extracción del cuerpo de la madre de un producto de la concepción, cualquiera que haya sido la duración del embarazo; la defunción se señala por el hecho de que, después de tal separación, el feto no respira ni muestra cualquier otro signo de vida, tal como el latido del corazón, la pulsación del cordón umbilical o el movimiento efectivo de músculos voluntarios”.
Es sabido que, a fines legales y normativos, muchas veces se hace necesario un recorte en las definiciones a fines de establecer categorías y criterios normativos para regular la vida en sociedad. Pero lo cierto es que muchas veces estos recortes dejan de la lado a la persona particular y sus circunstancias. ¿Qué queremos decir con esto?
Unos padres que han perdido un hijo con un peso menor a 500 grs. o antes de la semana 20 de embarazo ¿no sienten dolor? ¿no sufren una pérdida? ¿Qué ocurre en la mente y el corazón de aquellos que han soñado y deseado ese hijo, incluso en aquellos que, sin esperarlo, han sabido acogerlos en su corazón el tiempo que haya durado el embarazo?
En este sentido es imposible reducir el concepto de hijo o hija que pueda tener una persona, a los días de vida o al peso de su cuerpo . El vínculo con ese nuevo ser comienza cuando los padres toman conciencia de esa vida en crecimiento y, según la propia historia, puedan incorporarlo en su psiquis como integrante de la familia.
Desde la Orientación familiar acompañamos a las familias utilizando la teoría de los sistemas, en donde una familia es un sistema formado por susbsistemas (parental, filial, parento-filial), de allí que cualquier modificación que se produce en un subsistema afecta al sistema general. Es por esto que la espera de un hijo provoca cambios psíquicos en todos los miembros de la familia ya que durante los 9 meses cada uno irá formando en su mente una idea de este nuevo miembro, cada uno comienza a darle un lugar y una entidad en la propia vida y en la propia historia. Cuando este hijo no nace con vida se producen nuevos cambios en la psiquis del sistema familiar, se debe volver al estado anterior al embarazo, pero esta vez con la certeza de una pérdida y unas ilusiones que se fueron gestando en torno al nuevo bebé.
Durante el proceso de parentalización, los padres, y el resto de la familia, van dotando a esta persona de unas características propias, van tejiendo sueños para el futuro, proyectando ideas en lo que se da en llamar según la psicología el hijo imaginario. Este proceso va promoviendo que los padres y el resto de la familia vayan preparando un lugar al bebé que están esperando.
Cuando ocurre la muerte el bebé imaginario no pudo dar paso al bebé real. Se produce una ruptura entre lo esperado y lo ocurrido, donde se esperaba la vida, llegó la muerte y el vacío. Y este vacío se profundiza mucho más si los padres no han podido despedirse personalmente del bebé.
Los padres que pierden un hijo antes del nacimiento deben atravesar las etapas del duelo que se desarrollan frene a cualquier otra pérdida, pero según la psicología se trata de un suceso significativo que va a impactar profundamente en los vínculos de la pareja entre si, y también con le resto de la familia y los hijos que ya tengan.
En la mujer pueden agudizarse los síntomas propios del puerperio y la depresión post parto. Por lo tanto, no se pueden minimizar los efectos de la muerte perinatal y reducir esta situación a unas semanas o gramos.
Perder al esposo o esposa se conoce como viudez, perder a los padre como orfandad, pero perder un hijo no tiene nombre. En cualquier momento de la vida del hijo, su muerte nos parce antinatural y fuera de tiempo. Cuánto más cuando se trata de un hijo no nacido!
Todos los padres que han perdido un hijo necesitan poder hablar de este duelo, del dolor de la pérdida, de los sueños que tenían para este hijo, ponerle un nombre y darle una identidad.
Por esto es necesario que en el recinto del Senado se incorporen modificaciones al proyecto de LEY CD 37-22. Este proyecto quiere reconocer el duelo a las personas gestantes que pierden un hijo, pero solo les reconoce este derecho si la pérdida fue a partir de la semana 23, ampliando el derecho a atención y cuidados necesarios en cualquier etapa del embarazo y que estos cuidados estén incluidos en el PMO.
Por otro lado necesitamos movilizar la Sociedad. Conocer estas situaciones para poder promover un abordaje interdisciplinar del duelo perinatal, acompañando muy especialmente desde la empatía y la escucha atenta a padres, hermanos y abuelos.
Luciana Mazzei – aportes de la Lic. Misqui Carrizo
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