Aquel día, este noble y generoso sacerdote se convirtió en el segundo argentino en ser canonizado, después de Héctor Valdivieso Sáenz.
Al día siguiente de la ceremonia de canonización del Padre José Gabriel, la Congregación (hoy Dicasterio) para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió un decreto notificando a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) que “el Cura Gaucho”, como también se le conoce, era declarado patrono del clero argentino.
Modelo de sacerdote para nuestro tiempo
En 2016, poco antes de la canonización, los obispos argentinos ya habían hecho un pronunciamiento destacando la figura sencilla y cercana del santo, preocupado por llevar a Cristo a los lugares más recónditos . Lo expresado en aquel documento permanece firme en la memoria del pueblo católico argentino.
Brochero -se subrayaba- podía ser considerado un modelo de vida para todo cristiano y en especial para los sacerdotes, gracias a su “celo misionero, su predicación evangélica y su vida pobre y entregada… (él) es modelo para todos”
Además, la figura del santo caía bien para estos tiempos en los que la Iglesia quiere ponerse a tono con las necesidades de los fieles “de las periferias”, como decía el Santo Padre. Los obispos argentinos enfatizaban que el Cura Brochero es la “imagen viva de lo que hoy el Papa Francisco nos invita a ser como Iglesia en salida”.
El Santo Cura Brochero y el Papa
Es claro que, precisamente, el Papa Francisco siente especial admiración por su compatriota, tal y como lo evidenció en una misiva del año 2013: “El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios… No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe”, reseñó el Santo Padre.
Sacerdote sobre un asno, pobre con los pobres
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840, en el paraje Carreta Quemada, cerca de Santa Rosa de Río Primero, en el norte de Córdoba (Argentina). Fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866.
Tras desempeñar su ministerio sacerdotal en la catedral de Córdoba y ser prefecto de estudios del Colegio Seminario Nuestra Señora de Loreto, el 19 de noviembre de 1869 fue elegido vicario del departamento San Alberto, territorio de unos 10 mil habitantes, y de toda Traslasierra (región geográfica argentina). Se instaló entonces en Villa del Tránsito, la localidad que desde 1916 lleva su nombre.
Más adelante, Brochero jugó un papel decisivo en la asistencia a la población durante la epidemia de cólera que se desató en Córdoba. “Se le veía correr de enfermo en enfermo, ofreciendo al moribundo el religioso consuelo, recogiendo su última palabra y cubriendo las miserias de sus deudos. Este ha sido uno de los períodos más ejemplares, más peligrosos, más fatigantes y heroicos de su vida”, señaló uno de sus amigos, Ramón J. Cárcano, como parte de uno de los testimonios recogidos en el proceso de canonización.
El Cura Gaucho murió ciego, contagiado de la lepra. El P. Guido Ricotti, actual párroco de Villa Cura Brochero (Córdoba), afirmó: “Murió de la forma en que vivió, con mucha humildad y sencillez”.
Hasta los altares
El Santo Cura Brochero fue declarado venerable en febrero de 2004 por San Juan Pablo II. El 20 de diciembre de 2012, Benedicto XVI firmó el decreto que validaba el milagro que hizo posible su beatificación.
Se trató de la recuperación total, sin explicación médica o científica, de un niño con diagnóstico de daño neurológico masivo, que lo había dejado en estado vegetativo tras un grave accidente vial.
El Santo Cura Brochero sería beatificado el 14 de septiembre de 2013 en la Villa Cura Brochero, ubicada en Córdoba, en una Misa multitudinaria presidida por el enviado del Santo Padre, el Cardenal Angelo Amato, en ese entonces prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
En enero de 2016, Francisco aprobó el milagro que posibilitó su canonización: la curación y recuperación de la niña Camila Brusotti, natural de San Juan (Argentina), quien había quedado al borde de la muerte tras ser víctima de una golpiza feroz.
De manera similar al caso anterior, el daño corporal era de tal magnitud que una recuperación era imposible desde el punto de vista médico o científico. La gracia de Dios, por intercesión de este santo, hizo posible el restablecimiento total de la niña.