Se enfocó en recabar información acerca de la edad en la que adquieren su propio dispositivo, el tiempo de uso que hacen de internet y redes sociales, cuánto saben de los riesgos que pueden encontrar en las redes sociales, el impacto en el estudio y el uso de inteligencia artificial para actividades académicas.
El 38% de los
encuestados supera las 4 horas de conexión a internet durante la semana y el
52% lo supera los findes de semana, aunque el 90% admite que lo ideal es usar
internet menos tiempo. Del tiempo conectados, lo hacen mayormente para
actividades de ocio y no académicas.
Con respecto al
tiempo conectados, los padres de los niños y adolescentes encuestados, el 83%
considera que sus hijos pasan demasiado tiempo conectados y el 66% afirma que
ellos también pasan demasiado tiempo conectados. Los niños y adolescentes el
63% responde que pasa demasiado tiempo conectado y el 50% dice que sus padres
pasan demasiado tiempo en los dispositivos. En este sentido el 58% dice tener
restricciones de conexión en sus casas.
El 42% de los
niños hasta 12 años, afirma que el modo de comunicación más frecuente con sus
amigos es en persona, siendo el 40% de adolescentes quienes hacen esta
afirmación. En este sentido Instagram es el medio más utilizado para chatear,
seguido por tik tok y Facebook.
Entre las actividades que realizan en las redes
sociales destacan: el 93% mira videos, el 91% las usa para chatear y el 85%
para jugar en línea, otras actividades que nombran son investigar, subir
videos, interactuar con influencers.
El 96% considera
que las redes sociales hacen aportes a sus vidas. Entre los aportes el 71%
nombra el entretenimiento, el 57% la interacción con familiares y amigos y el
53% conocer cosas nuevas. También dicen recibir aportes en contenidos para
estudiar, mostrar lo que hacen para que sus familiares y amigos lo vean,
relajarse.
El 26% considera
importante que sus familiares y amigos los sigan en las redes, pero al 54% le
da lo mismo tener muchos seguidores. El 32% juega en línea todos los días,
teniendo como preferencia el 66% los juegos de construcción.
El 61% considera
que se siente mejor socializando en la vida real, pero el 60% dice haber
recurrido a las redes en momentos de soledad, para buscar entretenimiento.
El 65% dice que
acudiría a su mama en caso de sentirse en riesgo ante una situación en redes.
El 17% afirma haber sido víctima de alguna situación de acoso y el 24% haber
sido víctima o haber promovido alguna situación de acoso.
El 87% reconoce
utilizar la inteligencia artificial para actividades académicas, siendo
ChaptGPT la aplicación más utilizada. El 42% de los padres prefiere que sus
hijos no lleven el celular a la escuela y el 52% cree que podría hacer las
tareas escolares sin el celular pero tardaría más tiempo.
En este sentido los datos que se pueden comparar
tienen que ver con el tiempo de uso, donde las familias respondieron en un 44%
que sus hijos usan algún dispositivo entre 2 y 5 horas por día, siendo de 23,4%
quienes lo usan más de 5 horas. Cuando se trata de adolescentes estos números
ascienden al 50% y 35,5% respectivamente.
Con respecto a para qué usan los dispositivos,
entre los niños un 62,71% hacen tareas, 52,56 para leer textos y 61,52 para
chatear con amigos o familiares. En los adolescentes estos números son 87,95
para tareas, 87,33 para leer textos y 92,34 para chatear.
El 31% de las familias de nivel primario afirman
que los niños tienen un celular propio y el 90% de nivel secundario.
Si bien este análisis representa un aspecto
cuantitativo de la realidad acerca del consumo digital de niños y adolescentes,
lo que se intenta en el presente informe es presentar una reflexión de tipo
cualitativa sobre los efectos nocivos de la utilización de celulares entre
niños y adolescente, de manera que padres y docentes puedan pensar en
estrategias educativas al respecto.
Es una realidad que el uso de los celulares ha
modificado sustancialmente el modo de comunicarnos como sociedad, aunque esto
no necesariamente implique que sus consecuencias sean negativas. Pero sí
implica una educación profunda y consciente sobre el uso adecuado y medido.
Las consecuencias que se pueden observar en niños
y adolescentes por el uso desmedido del celular, son múltiples y variadas,
afectando no sólo su dimensión biológica, sino también su psiquis y su
espíritu. En los niños hasta los 5 años se presenta la obesidad por el
sedentarismo, retraso en el lenguaje por la falta de interacción social con el
entorno, nerviosismo y falta de atención, incapacidad para realizar juego
simbólico, actividad clave para el desarrollo de habilidades de socialización
en esta etapa del desarrollo. Para los niños en edad escolar la sobreexposición
al celular impacta en su memoria lo que tienen repercusiones en el rendimiento
escolar, el comportamiento y la socialización, aislamiento social,
hiperactividad, ansiedad y represión.
Las personas somos seres vinculares de manera que
la socialización primaria de los niños hasta los 12 años es clave para el
desarrollo de habilidades sociales, cognitivas y físicas, esta falta de
vinculación con los cuidadores podría explicar el alto porcentaje de niños
diagnosticados con algún síndrome del espectro autista, trastornos
generalizados del desarrollo y trastornos con déficit de atención e
hiperactividad.
Entre los adolescentes las consecuencias son más
serias debido a que, además de las mencionadas en los niños, se suman las
relacionadas con las redes sociales, la ludopatía y el ciber acoso. Si bien entre
los encuestados el 65% dice que acudiría a su madre en caso de sufrir alguna
situación de acoso o bullyng, en la práctica no ocurre y los jóvenes intentan
resolver la situación por sí solos.
El 61% de niños y 92% de adolescentes argentinos
que dicen utilizar el celular para chatear con amigos y familiares, son números
que deben, si no preocuparnos, al menos ponernos en alerta. Las redes invitan a los usuarios a tener
seguidores o a seguir amigos de los amigos, esto representa un riesgo porque
muchas veces chatean con desconocidos que dicen ser jóvenes como ellos y no lo
son. La información que comparten, las imágenes y videos quedan por siempre en
el cyber espacio y pueden ser utilizados por quien las encuentre. Además les
preocupa la cantidad de likes que reciben por una publicación, lo que genera
ansiedad y estrés.
El supuesto anonimato que aportan las redes
sociales y los chats grupales, hacen que se sientan valientes para decir cosas
que en persona no dirían, sin consciencia del daño que pueden provocar en quién
recibe el comentario. Se animan a compartir imágenes y videos en chats
confiando en que quien los recibe protegerá su intimidad y esto no siempre
ocurre.
Los números hablan. No debemos quedarnos en estas
referencias, sino que debemos accionar para prevenir el impacto negativo de las
tecnologías en la vida de todos, para que estas sean aliados y no enemigos.
Luciana Mazzei
Orientadora Familiar