Múltiples y variados son los desafíos a los que se enfrenta la familia en la actualidad. Aún así continúa siendo el centro de la educación, la transmisión de valores y el apoyo mutuo.
Entre los
desafíos podemos nombrar la necesidad de lograr equilibrio entre el trabajo y
la vida familiar, sumado a esto las dificultades económicas que enfrentan
muchas familias para proveer y cubrir las necesidades básicas, lleva a muchos
padres a tener más de un trabajo, aunque también la sociedad de consumo impacta
en familias que si las tienen cubiertas.
Que la mujer esté
cada vez más integrada en ámbitos laborales representa un beneficio pero
implica una necesaria flexibilización en cuanto a las funciones dentro del
hogar, donde deben ser más equitativas las tareas de cuidado y organización
familiar.
Esto puede generar desacuerdos entre los padres o la necesidad de
contar con personas extras a la familia. Las nuevas configuraciones familiares
requieren de una comunicación abierta y serena por parte de los padres para
prevenir desacuerdos y promover el desarrollo de niños y adolescentes en
ambientes de respeto mutuo y diálogo.
El impacto de las
nuevas tecnologías dificultan la comunicación y exponen a los menores a
contenidos desaconsejados para ellos; la crianza de los hijos en un mundo cada
vez más permisivo y hedonista pone en duda la autoridad de los padres debido a
la falta de límites claros, acuerdos parentales y sobreprotección.
La sobre carga
laboral y de actividades generan estrés en niños, adolescentes y adultos; por
último, los cambios sociales de los últimos años generan diferencias
intergeneracionales en cuanto a creencias, valores, tradiciones, lo que lleva a
desencuentros entre padres e hijos.
El cuidado de los adultos mayores se ve
socavado por las distancias que los separan de sus hijos, por las largas
jornadas laborales y por la desvalorización del anciano.
Enfrentar estos
desafíos requiere flexibilidad, comunicación abierta y apoyo mutuo para
mantener una dinámica familiar saludable en un mundo en constante cambio. Para hacer frente a los mismos será importante que los padres tengan claro
cuál es el proyecto de familia que desean, qué personas quieren que serán sus
hijos, realizar entre ellos e involucrar a los hijos en un plan familiar a
corto, mediano y largo plazo, con objetivos claros, precisos y flexibles.
Los padres deben
estar informados sobre lo que ocurre en las redes sociales, lo que está de moda
en las distintas etapas de los hijos y cómo éstas impactan en ellos o si están en
sintonía con valores.
Ser capaces de
hacer frente a la sociedad de consumo, mostrándose regulados en los gastos y
enseñando a los hijos cómo y en qué se puede gastar el dinero. Enseñarles desde
pequeños el valor del trabajo y del ahorro.
Aún cuando los
padres no vivan juntos es indispensable lograr acuerdos como padres sobre la
educación, los límites y la autoridad. Qué se permite y que no en cada momento,
que límites no se pueden traspasar, cuáles a veces y cuáles nunca. El respeto y
los buenos tratos son innegociables.
La sobreprotección promueve personalidades
débiles, incapaces de hacer frente a las frustraciones y se les dificultará
desarrollar recursos personales que los capaciten para salir al mundo.
El Estrés
laboral, las presiones sociales y de consumo, las largas jornadas laborales
generan tensión en los adultos y los lleva a estar desregulados emocionalmente
cuando llegan a casa. Frente a padres desregulados encontramos niños
desregulados porque no reciben la atención que necesitan, por lo que es clave y
sano que los padres conecten con sus emociones, miedos, frustraciones y
cansancio para ser capaces de distinguir el enojo por una rabieta del cansancio
por una jornada laboral intensa.
Ser familia es
una hermosa aventura, pero implica organización, respeto por las diferencias,
proyectos y sobre todo mucho amor.
Lic. Luciana Mazzei
Orientadora Familiar