Tener amigos es beneficioso por muchas
razones, tanto para la salud mental como para la física. Los amigos brindan
apoyo emocional, son un espacio seguro para compartir nuestras alegrías,
preocupaciones y tristezas, compartir nuestra vida puede ayudar a aliviar el
estrés y mejorar el bienestar mental.
Tener amigos brinda sentido de
pertenencia, nos hace sentir parte de una comunidad donde se comparten valores,
proyectos y son una red de contención en los momentos de dificultad.
Para los niños tener amigos también es
importante porque les permite desarrollar habilidades sociales y emocionales
importantes, como la comunicación, el trabajo en equipo y la empatía. Además,
los amigos pueden proporcionar apoyo y compañía, lo que puede contribuir a
mejorar su bienestar emocional y su autoestima.
Cuando son pequeños, mediante el juego con
amigos, aprenden a socializar, a cumplir las normas del juego, a esperar su
turno, saben que a veces se gana y otras se pierde, se aprende a respetar las
diferencias y gustos, a compartir las pertenencias.
Los amigos también pueden ayudar a los
niños a aprender a resolver conflictos, a compartir y a ser solidarios con los
demás. Además, tener amigos puede ayudar a los niños a sentirse más conectados
con su comunidad y a desarrollar una sensación de pertenencia.
A medida que van creciendo, ya en la
adolescencia, los amigos se convierten en referentes y pasan a ocupar un lugar
mas importante en sus vidas. Tener un grupo de amigos les ayuda a mejorar su
autoestima al sentirse parte de un grupo, comienzan a elegir amigos por
afinidad y por compartir los mismos gustos e intereses.
Tener amigos es una
parte importante del desarrollo social y emocional de los adolescentes, y puede
tener un impacto positivo en su bienestar y felicidad.
Para los adultos también es importante
tener amigos. Con ellos compartimos preocupaciones, alegrías, proyectos. Nos
reímos y lloramos juntos y así la vida se hace más amena. Y además es un buen
ejemplo para los hijos ver que los padres tienen amigos y saben respetar las
diferencias.
Es tarea de los padres que puedan ayudar a
sus hijos a ser buenos amigos. Siendo un buen ejemplo para ellos, mediante el
respeto, la amabilidad, empatía y cordialidad que manifestamos hacia quienes
nos visitan. Enseñando habilidades sociales y de resolución de conflictos, por
ejemplo, a veces podemos enojarnos con un amigo, pero mediante el diálogo, la
escucha activa y el perdón la relación puede volver a ser lo que era.
Que los hijos vean a los padres
participando en actividades sociales, como comisiones del club, parroquia,
barriales, etc. y motivarlos a ellos a participar también en estas actividades,
donde existe la posibilidad de conocer nuevos amigos y además pueden aprender a
ser solidarios y serviciales.
Los padres deben ser un apoyo emocional
para sus hijos cuando tienen problemas con sus amigos, ayudarlos a
desdramatizar la situación sin minimizar las emociones que esto les genera,
enseñándoles a analizar qué fue lo que ocurrió y como lo pueden resolver.
Alentar a ser amigos de todos, y esto
también con el propio ejemplo. No sólo somos amigos de los que piensan y viven
como yo, sino que podemos ser amigos de personas de otras religiones, partidos
políticos e ideologías, pero mediante el respeto y la cordialidad lograr lazos
de amistad.
Como en otras dimensiones de la educación
de los hijos, a ser amigo se aprende más con el ejemplo de los padres que con
los discursos que podamos darles sobre la amistad. Si los padres sabemos ser
buenos amigos, esto les permitirá a sus hijos ser buenos amigos y tener
relaciones saludables y significativas.
Luciana Mazzei
Instagram : Lucianamazzei.lof