Puede parecer inoportuno, y hasta provocador, que, en esta conmemoración dedicada a reivindicar la igualdad de derechos y oportunidades pretendidas por las mujeres, también se valorice y resignifique la presencia del varón, sin el cual la especie humana ya no existiría sobre la tierra.
En el día en que mujeres del mundo entero salen a las calles para hacer oír más fuerte sus reclamos, es inevitable considerar la coexistencia del varón y la mujer, de cuya relacionalidad depende la supervivencia de la especie humana sobre la tierra. Valorar esta mutua dependencia, es reconocer la relevancia que tiene la complementariedad de los géneros para la paz y el desarrollo armonioso de la sociedad.
Varón y mujer hemos sido creados. Pensados uno como la ayuda adecuada e ideal para el otro. Completos, únicos, irrepetibles en la individualidad y complementarios en la meta existencial. Asumir las diferencias entre ambos es un ejercicio de reconocimiento recíproco en el que el varón y la mujer se enriquecen mutuamente, haciendo crecer su “ser mejor persona”.
Varón y mujer son diferentes, ¡vaya aseveración! El hecho es que pensar, sentir y actuar con modos distintos, manifestando la integral constitución personal a la que conducen los caracteres propios de la masculinidad y la femineidad, no debería ser motivo de lucha por la igualdad. Siendo igualmente dignos, al varón y a la mujer le asisten los mismos derechos y deberes, por tal razón, ¿no sería más lógico hablar de equidad?
Las mujeres somos, antes que nada, hijas. El 50% de nuestra constitución biológica proviene de un varón, hayamos conocido o no a nuestro progenitor, esa filiación será por siempre. La experiencia de vivir esa condición vincular con una figura paterna que se muestra como tal, cuidadosa de su prole, protectora, presente, acompañando no solo a sus hijos, sino a aquella con quien pudo trascender dando vida, aleja a la mujer de todo mandato de sometimiento. Se trata de empoderarnos de nuestra esencia, para no dejar de ser lo que naturalmente somos.
Celebrar a la mujer es celebrar a hermanas, amigas, compañeras, esposas, madres… es celebrar sus logros y respaldar sus luchas.
Por sobre todas las cosas, celebrar a la mujer es exaltar aquello que naturalmente le fue dado y le otorga a su género carácter de exclusivo: la sublime capacidad de albergar en su seno a nuevas creaturas humanas, ese don maravilloso que se recibe en la plenitud de la verdadera complementariedad entre el hombre y la mujer.
Graciela Cian.
Lic en orientación familiar y Cs. para la familia