Para los chicos van de la alegría de volver a ver a sus compañeros y la carga de hacer las tareas y tener menos tiempo de ocio.
Lo cierto es que para todos volver a clases implica una nueva dinámica familiar, que muchas veces cambia año a año debido a los cambios de horarios dentro de la escuela y en cuanto a actividades extraescolares de los chicos.
Son muchas las familias que se acercan al consultorio manifestando que “su vida es un caos”, “se la pasan corriendo”, “no tienen tiempo para nada”. En muchos casos esta desorganización familiar impacta en el comportamiento de los niños, especialmente en los más chicos que muchas veces no pueden poner en palabras lo que sienten, pero además son quienes más necesitan de rutinas y orden.
Mi recomendación
en todos los casos es elegir qué batallas pelear. ¿A qué me refiero? En primer
lugar poner en orden las prioridades de la familia, de la pareja y de cada uno
de los miembros de la familia. Decidir qué actividades de las que se quieren incorporar
son indispensables (ir a la escuela y trabajar, por ejemplo), cuáles son
necesarias (alguna terapia, maestra particular, etc.), cuáles son por placer y
cuáles son impuestas por la sociedad (se pone de moda un idioma y todos corren
a estudiarlo).
En segundo lugar
tener en cuenta la edad de los niños y adolescentes para conocer sus
necesidades evolutivas; un niño de 3 años que va a un jardín durante unas horas
al día no necesita socializar con otros niños ni aprender un idioma, necesita
tiempo de ocio y juego en casa, estar con mamá y papá y nada más. A medida que
van creciendo sí será necesario incorporar algún deporte, para desarrollar
habilidades físicas y sociales que tienen que ver con aprender a perder,
aprender a formar parte de un equipo, aceptar las reglas de juego. Puede ser
importante aprender música o a dibujar, de acuerdo a las habilidades y gustos
de cada uno.
No es raro que
pidan probar diferentes actividades en un mismo año. Esto sucede porque ellos
mismos se están conociendo, están viendo las opciones que el mundo les ofrece y
buscando la que más se adapta a su personalidad. De nada sirve convencer a un
hijo de aprender piano si no tiene oído musical y se frustra.
El próximo paso
será elaborar una tabla donde figuren los horarios de todos los miembros de la
familia y organizar quién lleva a quién, quién busca de tal actividad, quién ya
puede volver solo del cole y, si es necesario, analizar la posibilidad de descartar
alguna actividad. De lo que se trata es de lograr una vida en armonía para no
llegar al viernes agotados, para evitar las eternas peleas porque alguien se
atrasó en el baño y llegan tarde o no llegan a desayunar.
En este paso es
muy importante identificar momentos libres de actividades, que se pueden
convertir en momentos de ocio y compartir en familia. No son tiempos en donde
no se hace nada, sino momentos en donde se comparten las experiencias de cada
uno durante el día.
Y es clave lograr
que durante el desayuno, almuerzo, merienda o cena, según sea la organización
de cada familia, puedan encontrarse todos, libres de pantallas para dialogar
entre todos. Un momento donde cada uno, desde los más chicos a los más grandes,
los padres, puedan compartir su día a día, las luces y sombras con las que
conviven en cada ámbito, de esta manera todos se sentirán acompañados,
sostenidos y cuidados en un lugar seguro, donde no son juzgados sino escuchados
y comprendidos, y donde pueden encontrar respuestas a muchas situaciones que se
les presentan.
Por último, les
dejo algunas recomendaciones para que vayan promoviendo la autonomía de cada
hijo. Será tarea de ustedes adaptarlas a las edades, necesidades, capacidades y
personalidad de cada uno y aplicarlas también en la propia vida:
1.
Organización: Ayuda a tu hijo a organizar su tiempo y sus tareas
escolares. Utiliza un calendario o una agenda para que pueda llevar un
seguimiento de sus deberes, proyectos y fechas de exámenes.
2.
Establecer rutinas: Establece una rutina diaria
para la mañana antes de ir a la escuela y para después de regresar a casa. Esto
puede incluir horarios específicos para despertarse, desayunar, hacer la tarea
y descansar.
3. Crear un espacio de estudio adecuado: Asegúrate de que tu hijo tenga
un lugar tranquilo y bien iluminado para estudiar en casa. Elimina
distracciones como la televisión o los dispositivos electrónicos mientras hace
la tarea.
4.
Fomentar la comunicación: Anima a tu hijo a hablar
contigo sobre su día en la escuela. Haz preguntas abiertas y muestra interés
genuino en lo que te cuenta. Esto fortalecerá su confianza y ayudará a
identificar posibles problemas o preocupaciones.
5.
Apoyo emocional: La vuelta a clases puede ser estresante para
algunos niños. Asegúrate de brindarles apoyo emocional y tranquilidad. Escucha
sus preocupaciones y ayúdalos a encontrar soluciones si están ansiosos por algo
en particular.
6.
Establecer metas: Trabaja con tu hijo para establecer metas
académicas y personales para el nuevo año escolar. Ayúdalo a identificar qué
acciones específicas puede tomar para alcanzar esas metas.
7.
Fomentar hábitos saludables: Asegúrate de que tu hijo tenga
suficiente descanso, ejercicio y una alimentación equilibrada. Estos hábitos
saludables son fundamentales para el rendimiento académico y el bienestar
general.
8.
Involucrarse activamente: Mantente involucrado en la
educación de tu hijo asistiendo a reuniones de padres y maestros, participando
en eventos escolares y mostrando interés en su aprendizaje.
9.
Preparación adecuada: Asegúrate de que tu hijo esté
preparado para el primer día de clases con todos los materiales y uniformes
necesarios. Esto puede ayudar a reducir el estrés y garantizar un inicio sin
contratiempos.
10.
Promover la autonomía: A medida que tu hijo crezca,
anímalo a asumir gradualmente más responsabilidades relacionadas con la
escuela, como la organización de su mochila o la gestión de su tiempo. Esto
fomentará su autonomía y habilidades de autogestión.
Luciana I. Mazzei
Lic. En Orientación Familiar