El presidente electo hace escasamente unos días, el que aún no asumió ni tomo medida alguna paso a ser el objeto de todas las quejas y llantos de una cantidad de gatas de todo pelajes, que elevan sus maullidos hasta el histerismo y nada les viene bien.
La aparición de la fauna felina y quejumbrosa no es reciente, ya se hacía oír al inicio mismo de la campaña.
Que era un candidato funcional a Cristina. Que sus listas de candidatos habían sido armadas por el mismo Massa. Que era una opereta electoral para luego renunciar.
Macri le hacía guiños tan evidentes que hasta produjo un descalabro en su propio frente. Desde ambos lados intentaban sacar ventaja del tercerón sin posibilidades.
Luego de las PASO Milei empezó a ser el desquiciado, el loco, el del amor tántrico, el vendedor de órganos. Se lo acuso de nazi, de sionista, de menemista, de golpista, de negacionista, de antiderechos, de machista, de anticristiano.
Aparecieron videos críticos hasta de su pobre actuación como arquero de Chacarita y se lo condenó por su iracunda pasantía de juvenil estudiante en el Banco Central. Se quejaron de sus faltas de respeto al Papa, de la imposibilidad de aplicar sus ideas económicas: ajuste, dolarización, eliminación del Banco Central, vouchers educativo... Hasta lo ridiculizaron por su falta de estructura, ni fiscales, ni intendentes, ni gobernadores, ni diputados, ni senadores.
Era el loco, candidato de los medios hegemónicos, medios que estaban plagados de periodistas que en realidad lo denostaban a diario.
Hasta incluso se inicio una cruzada para reeducar a los jóvenes que debido a su inexperiencia y liviandad le había dado su voto a Milei en un acto equívoco y fallido.
Llegaron las elecciones generales y quedó solo frente a Massa. Los inútiles de Cambiemos, los mismos que acusaban a Milei de ser funcional a Massa, dijeron muertos antes que votar a Milei, el ofendió a nuestra beatitud Alfonsín y por tanto seremos neutrales votando a Massa.
Gobernadores e intendentes, la casta en general continuaron apoyando el plan platita porque de ese modo el ministro candidato les aseguraba el financiamiento de su “estado presente”, los mismos que ahora lloran la leche derramada que no les alcanza para cubrir aguinaldo.
Ganó Milei, por paliza. Dejo un tendal a ambos lados. No hicieron falta estructuras partidarias, ni periodistas ensobrados, ni multimillonaria publicidad electoral. El principiante les robó el campeonato a los veteranos de las grandes ligas.
Pero para no perder las mañas las gatunas hijas de doña Flora redoblan sus contradictorias insatisfechas quejas. Y se animan incluso a proferir amenazas destituyentes. Basta que Milei tenga un gesto, se entreviste con alguien, defina algún cargo de su futuro gabinete para que se repita la queja y el llanto.
Doña Flora le pedimos que tranquilice a sus gatitas, que tengan un poco de paciencia. Démosle al menos al presidente electo el beneficio de la duda.
Que el disconformismo quejumbroso no opaque la posibilidad que algunas cosas mejoren.
Gaturro, un esperanzado gatito