Para ambos es un duelo, algo que se pensaba para toda la vida se termina, a veces abruptamente para uno de los dos cuando no se da cuenta de las señales que anteceden a la separación; otras veces están las señales pero no se sabe cómo abordarlas; y muchas otras se hacen intentos por salir adelante pero no se logra.
Cualquiera sea el caso se convierte en un duelo que hay que atravesar, un proyecto que era “nuestro” deja de serlo y hay que reestructurar la vida solos.
Para que este proceso sea saludable y lleve a todos al crecimiento personal es necesario que ambos padres se cuiden a sí mismos para tener las energías, las ganas, las motivaciones y las fortalezas necesarias a fin de estar atentos a los hijos pero además para poder salir adelante frente al dolor de la pérdida.
Tanto para el hombre como para la mujer será necesario contar con una red social de contención, donde sentirse acogidos, acompañados y sostenidos; ámbitos donde poder sentir que el dolor es reconocido y comprendido pero no minimizado mediante comentarios del tipo “vos tenes que salir, conocer a alguien nuevo”, “un clavo saca a otro clavo”, esto no hace más que complicar el proceso de duelo.
Los primeros meses e incluso años después de una separación es necesario reencontrarse con uno mismo, con quien soy ahora después de esta experiencia, ¿qué aprendí? ¿Qué sueños dejé de lado? ¿Qué quiero para mi vida a partir de ahora?
Y recién después de profundizar en este autoconocimiento se podrá pensar en volver a formar otra pareja.
Por otro lado, poner la cabeza muy pronto en una nueva relación puede dificultar la relación con los hijos y el cuidado de ellos. El estar atentos a sus necesidades y al duelo que ellos también están atravesando.
Lo más importante para cuidarse a uno mismo es buscar y promover una red de contención: familia, amigos, compañeros de alguna actividad recreativa.
Hacer actividad física o salir a caminar cuando se tienen pensamientos recursivos, encontrarse con personas que tengan una visión positiva de la vida y de lo que puede pasar en el futuro; buscar un pasatiempo que ayude a descubrir nuevos dones y capacidades; proponerse proyectos personales y cumplir sueños que hayan quedado en un cajón; buscar actividades que faciliten romper con el aislamiento.
No se trata de llenar el tiempo para no pensar, sino de parar la pelota y pensar en las oportunidades que ofrece la vida a partir de ahora, mediante actividades que gratifiquen pero que no adormezcan el dolor, porque, lo importante en este primer tiempo, es poder elaborar el duelo de la ruptura, logrando armonía entre lo físico, psíquico y espiritual que se han visto desestabilizados por la ruptura.
Evitar pasar mucho tiempo en las redes. Mantener una buena alimentación y una rutina ordenada durante el día.
Evitar pensar en lo que hicimos mal para recriminarnos y culpabilizarnos. Solo hacerlo pensando en aquellas cosas que se podrían mejorar para una futura relación.
Y, finalmente, buscar la ayuda profesional adecuada en caso de ser necesario, para afrontar el propio dolor y encontrar recursos personales para uno mismo y para acompañar a los hijos.
La separación implica un reconocimiento, un volver a conocerse a uno mismo, en este nuevo estado, solo o sola, con proyectos personales y nuevos sueños.