Agradezco muy especialmente al Lic. Juan Carlos Monedero, a quien no tuve el gusto de conocer personalmente, sí por referencias de su valiosa persona y doctrina, de ocuparse de las líneas que dediqué al tema electoral que actualmente preocupa a los argentinos.
El segundo punto que me parece oportuno distinguir para enmarcar la cuestión es lo referente a sistema democrático, o más precisamente a la “democracia procedimental” que rige en nuestro país.
Las normas establecen las condiciones de elegibilidad de representantes y gobernantes, entre ellas la elección de Presidente de la Nación mediante el sistema de balotaje ante el caso que ningún candidato alcance los votos suficientes para ser proclamado en la primera vuelta. Es por ello que el próximo 19 de noviembre más de 35 millones de argentinos elegirán entre dos opciones, solo entre dos: Massa o Milei.
Es clave entender esto, no existe la posibilidad, electoralmente hablando, de una “tercera opción neutral”. Hagamos un ejercicio imaginativo, y supongamos que los no votantes de Massa y Milei en la elección general del 22 de octubre votan en blanco, anulan el voto o simplemente no asisten, por otro lado mantienen sus votantes Massa (9.645.983 votos: 36.6%) y Milei (7.884.336 votos: 29.9%), los que mantuvieron una posición neutral ganarían con el 51% de las adhesiones, pero sin embargo si esto ocurre los titulares del lunes dirán Massa gano con el 55% de los votos.
En la democracia procedimental el voto neutro no suma, no gana bancas en el congreso, ni gobernadores, ni intendentes. En síntesis, la neutralidad ungió a Massa, uno de los males que no querían votar. Es decir que el abstencionismo, en la circunstancia que estamos analizando, no fue un acto indiferente, posibilitó el triunfo de uno de los males que supuestamente quería rechazar.
Es importante entender además las circunstancias para tener una visión completa de lo que se somete a nuestra consideración moral.
Estamos en un contexto de elecciones, en un sistema electoral como mínimo deficiente y defectuoso, en una sociedad que viene renegando de sus orígenes fundacionales y de sus mejores costumbres con la dolorosa vigencia de un relativismo metafísico y ético en todos los ámbitos de la vida social que terminó destruyendo derechos inalienables, instituciones fundantes, sumió a la gran mayoría en la pobreza, inseguridad y ausencia de justicia.
En ese contexto y con el sistema vigente (al cual quede dicho que denostamos en coincidencia con Monedero en sus críticas) se elegirá entre dos males y es allí donde me parece está la divergencia que nos ocupa.
En mi artículo enumeré diez estructuras de pecado que en diverso grado afectan a nuestro país y también señalé “que estamos por decidir en los próximos días si continúa o no un gobierno que pretende consolidar las estructuras de pecado que padecemos apoyándose en una red de asociación ilícita de empresarios, políticos y sindicalistas”, en ningún momento manifesté que votaría a Milei. No pretendo con esto esquivar el bulto como se dice graciosamente.
Juan Carlos Monedero señala que en la contienda electoral “no hay bien” y por lo tanto “si es verdad que estamos ante dos males -distintos pero males al fin-, el argumento de la neutralidad no aplica” frente a esto me parece que se necesita realizar algunas precisiones.
Si una acción se realiza con el propósito de eliminar un mal actual estamos ante un bien, incluso cuando dicha acción no logre el propósito de erradicarlo completamente, pero si lo disminuye o mengua se ha producido un bien. Por ejemplo, un médico que se niega a practicar un aborto legal, no modifica la legislación perversa, pero salva una vida. Un policía que actúa con rectitud frente al delito no desarma las redes de corrupción policial, pero realizo un bien.
Estas acciones personales cuando son realizadas en el ámbito de lo público producen un bien, es posible que no logren la erradicación de todos los males, esto ya nos lo anticipó Cristo en la parábola del trigo y la cizaña, pero habrá aportado considerablemente al bien común. Por tanto, aquel funcionario que procura la anulación de una ley inicua, que se propone desbaratar redes de corrupción, que quiere restituir algunos de los derechos fundamentales de las personas, que intenta luchar contra la corrupción enquistada en poderes públicos, que eliminará el financiamiento estatal de las centrales ideológicas de la revolución cultural, que intentará desvincularse de gobiernos totalitarios, etc. es alguien que tiene propósitos de acción política buenos.
Lo descripto anteriormente se aproxima al perfil de la formula Milei-Villarruel. Las posiciones sostenidas en temas tales como aborto, ideología de género, ESI, Agenda 2030, garantismo, revolución cultural (gramcismo), derechos humanos son claras y creíbles pues la sostienen a tiempo y destiempo contra lo políticamente correcto.
También están entre sus propuestas de gobiernos una serie de cuestiones más empíricas respecto del financiamiento de programas sociales, dolarización, eliminar tal o cual organismo público, deuda externa, etc. cuestiones que en nuestro país vienen de fracaso en fracaso con crisis que se repiten más frecuente y profundamente en cada ciclo.
Aclaremos como dato relevante que la formula Milei-Villarruel, no han tenido anteriormente responsabilidad alguna en la gestión de gobierno. Han logrado armar con un sinnúmero de dificultades y errores un frente electoral para oponerse a dos estructuras que se financian desde los presupuestos públicos (nacional, provincial y municipal), que ocupan todas las magistraturas del país, que han definido y ejecutado todas las acciones de gobierno de la que son moral y jurídicamente responsables. Nada de esto les es imputable a Milei-Villarruel.
Frente a Milei-Villarruel tenemos a Massa, al kirchnerismo, a los barones del conurbano y a los tiranuelos gobernadores peronistas del interior. Con solo tener registro de algunas tapas de diario basta para saber quiénes son y que han hecho.
Monedero no se equivoca en la caracterización que hace de Massa, solo me basta señalar que el actual Ministro de Economía (un profesional de la mentira) utiliza delictivamente los dineros públicos para presentarse como el abanderado de la justicia social, de los derechos de los trabajadores, el defensor de la educación pública y de los empresarios nacionales.
Lo concreto es que durante su gestión se incrementaron en dos millones el número de pobres, que la mínima de un jubilado esta unos pesos por arriba de la línea de indigencia, que la capacidad adquisitiva del salario se redujo en 30%, en enero de 2017 con un salario promedio se compraban 189 kilos de asado, mientras que en setiembre de este año se pudo comprar 132 kilos, un poco deshilachada la bandera de la justicia social que dice enarbolar
No se corresponde con la realidad política de nuestro país, ni con las actuaciones públicas de los candidatos sostener que ambos son males. ¿Cuáles serían los males anteriores y actuales imputables a Milei en términos políticos? ¿El estilo de crianza de a sus perros? ¿su soltería? ¿su temperamento irascible? ¿declaraciones contradictorias sobre cuestiones sensibles? ¿Qué no tiene gobernadores, intendentes, gremialistas, diputados, afines? ¿que sus posiciones se sustentan en el individualismo liberal?
Benedicto XVI dio alguna pauta para sopesar con criterio cristiano a los candidatos en las democracias modernas, presentó los principios no negociables durante el congreso que el Partido Popular Europeo celebró en Roma (30-3-2006):
“Cuando las Iglesias o las comunidades eclesiales intervienen en el debate público, expresando reservas o recordando principios, no están manifestando formas de intolerancia o interferencia, pues estas intervenciones buscan únicamente iluminar las conciencias, para que las personas puedan actuar libre y responsablemente, según las auténticas exigencias de la justicia, aunque esto pueda entrar en conflicto con situaciones de poder y de interés personal.
Tres de estos principios son los fundamentales:
(1. Vida) la protección de la vida en todas sus fases, desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural.
(2. Familia) el reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como una unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa ante los intentos de hacer que sea jurídicamente equivalente a formas radicalmente diferentes de unión, que en realidad la dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su función social insustituible.
(3. Educación) la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos. Estos principios no son verdades de fe, y aunque quedan iluminados y confirmados por la fe, están inscritos en la naturaleza humana, y son por lo tanto comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia en su promoción no es por lo tanto de carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, independientemente de su afiliación religiosa» Puntos que fueron ratificados en su Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis del 30/2/2007 (n° 83)
Consideramos que Milei/Villarruel cumplen con los principios no negociables que propone la Iglesia, pero no de un modo accidental o por conveniencia.
Las posiciones que ambos mantienen desde antes de sus respectivas candidaturas, conjunta o individualmente, rechazando el aborto, la ideología de género, la ESI, el tráfico de niños, la agenda 2030, la agenda LGTB, la revolución cultural, el gramscismo, etc. no son una pose o una suerte de simple picardía, dado que con estas posiciones van en contra de lo “políticamente correcto” y se enfrentan al establishment cultural y mediático nacional que no se los perdona como lo viene demostrando con acciones arteras y ajenas a la verdad.
Señalemos que Massa y el frente electoral que lo postula cuentan con un frondoso historial de funcionarios y acciones de gobierno que promueven, financian y ejecutan políticas públicas antinaturales y anticristianas tanto en el ámbito nacional como en los gobiernos provinciales y municipales que tienen a cargo. Solo por mencionar algunas: aborto, compulsiva implementación en colegios estatales y privados de contenidos y material de educación sexual infectados de ideología de género (ESI); programas de salud para hormonización de menores; lenguaje inclusivo; financiamiento de organizaciones feministas extremas; eliminación de la educación religiosa en las escuelas; prohibición de imágenes religiosas en lugares públicos; programas de control de la natalidad; agenda de género; etc. Massa no solo detenta posiciones personales contrarias a los principios innegociables propuestos desde el magisterio, sino que las políticas que promoverán buscarán consolidar la revolución cultural operante y profundizar sus postulados.
Milei es una suerte de rompehielos, como lo calificara adecuadamente Carlos Melconian. La tarea de esos barcos es producir una grieta en la masa infranqueable de hielo para facilitar que otros barcos puedan transitar la ruta.
El bloque hegemónico de la cultura de la muerte y de la ideología de género ha recibido el impacto, se abre una grieta que quizás, digo quizás, podría permitir la recuperación social de ciertos valores, como frenar los más de trecientos mil asesinatos de niños argentinos por nacer (mediante consulta popular ¡vale!), devolverles a los padres la posibilidad de impedir la ideologización rechazando la ESI. Es recomendable detenerse en la definición y objetivos del Ministerio del Capital Humano que proponen crear, evidenciando que sus intenciones van más allá de meras posiciones circunstanciales.
Votar a Milei, no es un voto malo o un voto malmenorista. Es un voto que apunta a la posible concreción de ciertos bienes.
Esta posición no debe interpretarse que consideramos a Milei un candidato que concreta el ideal del político católico; sí creemos que estamos frente a una posibilidad de quebrar en algo la perversión ya instalada en nuestra sociedad por los principios revolucionarios. Cosa que Massa ha manifestado de palabra y de obra, la continuidad y consolidación de la revolución cultural en todos sus puntos.
Recientemente recomendé la lectura de un artículo del P. Ignacio Ceratti en VOZ CATOLICA donde analiza si se puede votar al mal menor según Santo Tomás, en el desgrana los siguientes argumentos a los que adhiero.
Los dos axiomas citados más arriba y en los que nos basamos son presentados por santo Tomás como principios universales, o sea, válidos siempre, de los cuales el santo doctor sacará conclusiones concretas por su aplicación práctica a un caso determinado.
Los recordamos aquí: «cuando es necesario elegir entre dos cosas, de las cuales dos se sigue cercanamente un peligro, debe elegirse por encima de todo aquella de la cual se sigue menos mal» y «hay que huir más de aquello de lo cual, en más ocasiones, pueden seguirse mayores males».
El principio del mal menor, de acuerdo con este texto, implicaría lo siguiente:
Situación forzosa: significa que sí o sí, por una causa precedente que escapa al momento actual, una de dos cosas sucederá, y por eso hay una necesidad de elegir entre dos cosas, porque no se puede quitar la causa precedente que nos coloca en esta situación. Santo Tomás dice «cum autem inter duo … eligere oportet», que nosotros hemos traducido así: “cuando es necesario elegir entre dos cosas” para suavizar la expresión; pero otros traducen como «cuando es forzoso elegir entre dos cosas…»;[3] y también «siempre que uno se ve obligado a optar entre dos peligros inminentes…».[4]
Situación inminente: dada las circunstancias nos hallamos forzados a elegir entre dos cosas «de las cuales dos se sigue cercanamente un peligro», en el original «ex quorum utroque periculum imminet». No hay una tercera opción que sea perfecta y de la cual se sigan solo bienes: solo opciones de las que pueden seguirse más o menos males. Existe, sin embargo, la posibilidad de que una de las dos sea menos peligrosa, y, por lo tanto:
Hay que elegirla: existe un deber de elegir aquella de la cual se siga menos mal (o el mal menor). Santo Tomás dice «illud potissime eligendum est, ex quo sequitur minus malum», que hemos traducido como «debe elegirse por encima de todo aquella de la cual se sigue menos mal», por elegir la opción más benévola, pero podríamos decir también: “debe ser elegido”, lo que enfatiza la obligación de elegir, más aún si nos detenemos en el adverbio potissime “sobre todo, principalmente, por encima de todo, en preferencia a los otros”. No se elige aquello de lo que se siguen solamente bienes porque no existe esa posibilidad, pero se debe elegir aquello de lo cual se siga menos mal (“minus malum”).
Para conocer de cuál de las dos cosas se seguiría menos mal hay que examinar que es lo que sucede en la mayoría de los casos, como se ve claro en el segundo axioma «hay que huir más de aquello de lo cual, en más ocasiones, pueden seguirse mayores males». Evidentemente no se puede hacer un juicio perfecto sobre los particulares, y deducir sin error qué males sucederán, porque no se conoce el futuro; pero es suficiente atenerse a lo aprendido por experiencia y examinar qué sucede en la mayoría de los casos: se elige de acuerdo con una probabilidad. En concreto hay que ver que efectos se siguen necesariamente de ese acto, y qué efectos, aunque no se sigan con necesidad, se siguen la mayoría de las veces.
En el contexto la aplicación del Aquinate es clara: es de la naturaleza de los hombres que haya un gobierno en la sociedad; sin embargo, de cualquier tipo de gobierno pueden seguirse males y de hecho se siguen males, por eso, siendo necesario que los hombres sean gobernados (esta es la circunstancia o causa anterior que es ineludible), hay que elegir el gobierno del cual se sigan menos males.
La proposición con sentido negativo «se ve que hay que huir más de aquello de lo cual, en más ocasiones, pueden seguirse mayores males» («illud magis fugiendum videtur, ex quo pluries sequi possunt magna pericula») se aplica al mismo caso: huir del gobierno del cual generalmente (“pluries”: más veces) pueden seguirse más males, lo que implica elegir el gobierno del cual se sigue el mal menor, dado que “es necesario elegir” alguno de dos, porque sí o sí advendrá uno de esos dos. Esta doctrina no se restringe a la elección de un sistema de gobierno, sino que puede aplicarse a la elección de los gobernantes, a la restricción de leyes malas ya existentes, y a múltiples situaciones más.
Reitero mi recomendación de leer el artículo del P. Ceratti quedando abierto a continuar con este fructífero intercambio.
Lic. Juan Pablo Berarducci