Parecía un sueño, y dejaba una sensación de paz y justicia, después de mas de 40 años de un estado que ninguneó tanto dolor, y estableció beneficios con una venda que cubría un solo ojo, y una balanza con las pesas desequilibrada unívocamente a la izquierda, violenta y totalitaria.
Transcribimos extractos del discurso de Victoria Villarruel pronunciado luego de los testimonios de alguno de los familiares de las víctimas.
Cada 21 de agosto se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo y acá estamos haciendo un homenaje porque en la República Argentina miles de argentinos y extranjeros fueron agredidos por organizaciones armadas que hicieron actos terroristas. Y la memoria oficial no los recuerda. Las víctimas del terrorismo sufrieron el dolor más indecible que es que tu propio país te niegue", señaló Villarruel.
En ese sentido, dijo que "17 organizaciones armadas ocasionaron miles de víctimas: civiles, uniformados, peronistas, radicales, pobres, ricos, católicos, protestantes, niños, ancianos".
"Todo el pueblo argentino fue agredido por Montoneros y el ERP, que pretendieron armar un Estado dentro del Estado. Secuestraban, ponían bombas, asesinaban...no les importaban miles de ciudadanos", prosiguió la abogada que desde hace varios años sigue este tema y fundó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV).
Y remarcó que "durante estos 40 años las víctimas del terrorismo fueron despreciadas de la memoria, barridas abajo de la alfombra de la historia, se les negaron su derecho a la verdad y a la reparación, ninguna de estas víctimas tiene justicia".
"El Estado en democracia está negando los derechos humanos, el daño lo ocasionó un tercero, pero el Estado tiene el deber de protección y lo viola para garantizar la impunidad de unos violentos que gozan de la libertad y de las garantías que les da nuestra democracia", remarcó.
"¿Quién podría oponerse a un homenaje si no se es cómplice de quienes ponían bombas y derramaban la sangre de estos inocentes?", se preguntó Villarruel, quien agregó: "No me importa nada lo que digan de mí, solo importan las víctimas del terrorismo que serán recordadas".
"Les quiero agradecer a los presentes y a los que no pudieron estar presentes debido a que el autoritarismo está afuera. Algunos pasaron un momento difícil para poder ingresar, tuvieron miedo, pero están acá acompañándonos", sostuvo en alusión a los manifestantes de los supuestamente organismos de derechos humamos y de partidos de izquierda que repudiaron la realización de la ceremonia.
Luego agregó: "Los que se oponen a este homenaje son los que tienen manchadas las manos con la sangre de nuestros seres queridos, son los que monopolizan el recuerdo porque en nombre de Montoneros y el ERP no nos dejan ni siquiera recordar a nuestros seres queridos".
Durante el acto, antes de Villarruel tomaron la palabra Lorenza Ferrari, madre de Laura, una estudiante de 18 años que murió por la explosión de un coche bomba de Montoneros en 1975; Graciela Saraspe, hija de Héctor, encargado de un bar, asesinado en Santa Lucía (Tucumán) por el ERP, en 1974, y el de Arturo Larrabure, hijo de un militar secuestrado y asesinado por el ERP luego de pasar más de un año encerrado en un calabozo en 1975.