La actriz se había sometido a una intervención quirúrgica estética, que le provocó un cuadro crónico de hipercalcemia e insuficiencia renal que finalmente la llevaron a la muerte.
Hace meses que en los distintos medios se
hablaba sobre el estado de salud de la actriz, quién le realizó la intervención
y en qué condiciones, y hoy en las redes muchos compartieron el dolor por su
fallecimiento. Lo llamativo es que en este tiempo nadie o muy pocos analizaron
en profundidad qué fue lo que realmente la llevó a este desenlace: la búsqueda,
a cualquier precio, de la belleza.
Es cierto que el hombre desde siempre se ha
fijado en la belleza, al ser humano le gusta la belleza, le gusta admirarla y
le gusta sentirse bello. A través del tiempo y en las diferentes culturas muchos
fueron los estándares de belleza que marcaron la vida social de las personas,
desde la moda, el arte, la música, la decoración… en fin, los ámbitos donde nos
movemos y vinculamos. Desde las gorditas de Botero hasta las tribus urbanas con
sus características distintivas, todas estas son muestras de una búsqueda
interior de la belleza.
A pesar de esto, nunca como ahora la
belleza se ha convertido en un fin en sí mismo. Los estándares de belleza
tienen, muchas veces un impacto negativo en la autoestima de las personas,
especialmente entre niños y adolescentes cuya identidad está en formación
provocando que, debido a la presión social muchos se sientan excluidos porque
no pueden cumplir con estos estándares.
Esta búsqueda vacía y superflua nos
atraviesa como sociedad y nos invade al punto de poner en riesgo la propia vida
por lograr unos estándares de belleza que no todos podemos lograr porque la
genética no sabe de estándares. Vemos mujeres ancianas que parecen adolescentes
porque no pueden asumir que esas arrugas son símbolo de una vida vivida en
plenitud, mujeres jóvenes y bellas, como Silvina, a quienes no les basta la
belleza natural y buscan algo más, hombres que buscan parecerse a otros,
perdiendo la propia identidad, dietas rigurosas mínimas en calorías, complejos
vitamínicos para aumentar la musculatura, actividad física al extremo.
Las redes sociales y los medios de
comunicación fomentan esta búsqueda exacerbada de la belleza en donde si no sos
lindo y estás glamoroso no podés subir la foto. Programas de televisión donde
se muestran mujeres esbeltas y delgadísimas muestran una imagen idealizada de
belleza que lleva a la comparación permanente entre como soy y cómo debería
ser.
Claro que es lindo verse y sentirse bello,
pero esto no debe llevarnos a poner en riesgo la salud mediante cirugías
riesgosas, donde se usan productos de los que desconocemos los riesgos, dietas
rigurosas o consumo de sustancias sin supervisión médica, mucho menos deben hacernos
perder el foco de nuestra propia identidad personal como seres únicos e
irrepetibles.
Y la pregunta es ¿Cómo fomentar la
aceptación de la propia belleza en el seno de las familias? ¿Cómo evitar que
niños y adolescentes se sientan feos porque no tienen los ojos de tal color o
el pelo de tal otro? ¿Cómo prevenir que estos estándares de belleza impacten en
la autoestima y la valoración de uno mismo?
Aquí les propongo algunas pautas para
trabajar en la familia para poder crear en nuestros hijos una conciencia
crítica sobre los estándares de belleza que propone la sociedad y ganar en
autoestima.
1-
Fomentar la autoaceptación:
enseñando a niños y adolescentes que cada uno es una persona única e
irrepetible con una belleza propia, pero además enseñarles que lo exterior no
determina quién soy y quién quiero llegar a ser.
2-
Ser modelos de autoestima para
ellos: evitando comentarios negativos sobre el propio cuerpo.
3-
Educando en el vestir y actuar:
no todo lo que está de moda favorece mi belleza ni promueve mi dignidad como
persona. Mostrar más de la cuenta no es símbolo de belleza y hace perder
conciencia sobre la propia intimidad. Además que algunas prendas o productos,
como el maquillaje, se pueden usar a una
determinada edad y no antes.
4-
La belleza debe ir de la mano
de la salud: es bueno tener una alimentación saludable, lejos de los excesos,
pero sin dejar de disfrutar de los placeres de la comida. Practicar un deporte
o actividad física tiene innumerables beneficios para la salud del cuerpo y de
la mente, promueve la socialización y ayuda a mantener un cuerpo saludable,
pero no debe convertirse en una obsesión
5-
Fomentar un ambiente positivo
en donde se valoren aspectos como la lectura, el estudio, la empatía, las
habilidades sociales, la solidaridad que, en definitiva, son aspectos de la
vida que nos darán una vida plena y con vínculos sanos. Y en este sentido celebrar
y resaltar sus logros en estos aspectos.
Teniendo en cuenta estos aspectos podremos
desarrollar personalidades con una sana autoestima, capaces de valorarse y
valorar a los otros por quienes son y no por su belleza.