El Obispo Castrense y responsable de la Delegación Episcopal para las Causas de los Santos de Argentina, Mons. Santiago Olivera, anunció el inicio de la causa de canonización del militar Argentino del Valle Larrabure, coronel torturado y asesinado en 1975.
La noche del 11 de agosto de 1974, bajo el gobierno democrático de María Estela Martínez (más conocida como Isabelita Perón), quien había asumido la presidencia tras la muerte del general Juan Domingo Perón, fue atacado por unos 70 integrantes del ERP cuyo objetivo era armarse y secuestrar al jefe de la fábrica, el coronel Osvaldo Guardone. Al no encontrarlo, se llevaron al segundo al mando, el mayor Larrabure.
Los guerrilleros lo tuvieron secuestrado 372 días en una celda de 2 metros de alto, por 1.10 de largo y 60 centímetros de ancho.
El militar no estaba dispuesto a compartir la fórmula para fabricar explosivos, con lo que se habría salvado, pero sí estaba dispuesto a morir para evitar que el ERP siguiera matando.
Su cuerpo fue encontrado el 23 de agosto de 1975 en una zanja. Fue ascendido póstumamente. Tenía 44 años.
Mons. Gustavo Acuña, vicario general castrense, leyó la carta en la que se instruye el inicio de la causa “sobre el martirio de dicho Siervo de Dios”, mientras que se nombra como postulador a Rubén Bonacina, quien deberá reunir los testimonios sobre Larrabure.
Mons. Olivera destacó en su homilía que “los distintos testimonios cuentan que Larrabure se podría haber salvado de su cruel destino, pudo decir ‘sí’ y salvarse a un precio demasiado alto: ayudarlos a fabricar explosivos para seguir matando. Sin embargo, dueño de una fe inquebrantable, dijo ‘no’, y mientras cantaba el himno, fue martirizado en manos del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)”.
“Larrabure entregó su vida perdonando a aquellos que decidieron matarlo”, prosiguió el Prelado.
Cartas escritas en cautiverio
“Al Ejército Argentino para que fiel a su tradición mantenga enhiesto y orgulloso los colores patrios”.
- “A mis hijos, para que sepan perdonar”.
- “A mi tierra Argentina, ubérrima y acogedora, escenario infausto de luchas fratricidas…, para que cobije mi cuerpo y me dé paz”.
- “Al pueblo argentino, dirigentes y dirigidos, para que la sangre inútilmente derramada los conmueva a la reflexión para dilucidar y determinar con claridad que somos hombres capaces de modelar nuestro destino, sin amparo de ideas y formas de vidas foráneas totalmente ajenas a la formación del hombre argentino”.
- “Mi intención no es el insulto ni formular personalismo. Más bien, me impulsa a escribir este cautiverio que me sume en las sombras, pero inundó de luz. Mi palabra es breve, sencilla y humilde; se trata de perdón y que mi invocación alcance con su perdón a quienes están sumidos en las sombras de ideas exóticas, foráneas, que alientan a la destrucción para construir un ‘mundo feliz’ sobre las ruinas…”
Además de ser un signo para la unión y el perdón entre los argentinos debería su ejemplo iluminar especialmente a los tucumanos.
Por último, los Jóvenes y no tanto, alumnos y egresados del Tulio e instituto Mitre, tienen el privilegio, como toda su comunidad de docentes y directivos, de que un héroe y probablemente un Santo haya estado entre sus filas. Tambien tienen la grave responsabilidad de conocer y difundir su historia.
Que desde el cielo nos ayude!