La Misa será el domingo 27 de agosto a las 19:00 horas y estará presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, y concelebrada por los miembros del Tribunal Canónico que determinó su traslado: P. José María Zivano, juez delegado; P. Alejandro Russo, promotor de justicia; y P. Sergio Gastón Lorenzo, notario y párroco de Nuestra Señora del Pilar.
Luego de la celebración, los restos de Shaw serán llevados a los pies de la Virgen de Luján, donde el Venerable solía rezar cada domingo al finalizar la Eucaristía. El traslado estará a cargo del P. Lorenzo y del P. Juan Miguel Shaw, uno de los nueve hijos de Enrique, que depositarán la urna en el lugar correspondiente.
Al salir de Misa en el Pilar, siempre se detenía frente a los altares de la Virgen y de San José”, relataba su esposa, Cecilia Bunge. “No concebía el día sin comenzar con la Misa, aun cuando tenía un trabajo excesivo y un día larguísimo, prolongado por su acción apostólica”.
En los recuerdos de sus hijos también aparece la Basílica: “Iba a Misa a la iglesia del Pilar casi todos los días, a las 7. Los domingos íbamos todos juntos a Misa de 9.15 en la misma iglesia del Pilar. Al entrar y al salir nos daba a todos el agua bendita y, desde que entrábamos, empezaba a hacernos rezar”.
“Al terminar de comulgar, abrazaba a dos, tres o cuatro de nosotros, algunos arrodillados, otros parados, y nos ayudaba a hacer la acción de gracias. Se ponía de rodillas, mirando al gran crucifijo a la derecha de la nave, y los chicos nos poníamos a sus lados y los mayores de rodillas. Después cruzábamos la nave y, en un altar lateral izquierdo, con una imagen de la Virgen de Luján, rezábamos una Salve”, recordaron.
Algunos testimonios que recoge el libro Viviendo con alegría, escrito por su hija Sara, evocan al Venerable abrazando a todos sus hijos después de recibir la Comunión, y rezando juntos.
Feligreses del Pilar destacaron el ejemplo de Enrique Shaw y su comportamiento durante la Misa, en especial el trato con sus hijos: “Enrique se ocupaba de cada uno, hablando con uno tras otro, moviéndose en el banco como una gallina con sus pollos”.
Era un empresario, un padre de familia, un hombre comprometido con su tiempo, un generador y protector del trabajo, un alegre y esperanzado cristiano. Todo eso y mucho mas fue Enrique Shaw. Pero aún mas, con el traslado de sus restos al lugar donde supo conjugar su amor a Dios y a su familia, nos vuelve a dejar un mensaje, El verdadero tesoro no esta en el dinero ni el poder, en la fama o en los lujos si no en la familia unida frente a Dios. Alli está la felicidad y la perla preciosa de la que habla el evangelio