El periodista que ama el fútbol y te dice que no es hincha de algún equipo te miente descaradamente.
Particularmente no tengo empachos en decir que la mañana que confirmaron que el sexto cupo para la Libertadores 2017 era para Atlético llamé a mi hermano menor y y me emocioné como nunca. Era el equipo de la Argentina antigua y profunda que llegaba donde habíamos soñado.
Tampoco tengo empachos en decir que el corazón me salía por la boca cuando Atlético Nacional de Medellín nos tiraba contra el arco los últimos minutos intentando en vano quitarnos el pasaje a cuartos de final en el 2018. Pero esto que ahora comparto lo escribí unos años antes. Espero les guste.
7 de Septiembre de 1.980. Acababa de cumplir los 9 años. Atlético debutaba en Jujuy frente a Gimnasia y caía 2 a 1. Mi madre sonrió cuando descubrió que tenía los ojos húmedos. Había esperado con tantas ganas ese partido que no podía creer que perdiéramos. Es que el año anterior habíamos logrado la mejor actuación de un equipo tucumano en 1ª división , el tercer puesto del Nacional, y yo que era un niño quería que ahora fuésemos campeones.
15 de Junio de 2.008. Ischuk acaba de convertir su gol y hay hombres abrazados con sus hijos llorando, mujeres y ancianos sin voz y los ojos bañados en lágrimas, niños que saltan, cantan y ríen porque hace poco que empezaron a ir al Monumental y sólo conocen la felicidad. Que no saben que el amor de más de media provincia por su Atlético está lleno de heridas y dolores.
Vienen a mi mente aquellos primeros partidos en que asistí al Monumental. En la Liga contra Concepción F.C ., contra Argentinos del Norte en el Parque, una vuelta olímpica contra San Pablo , un clásico por el Regional que empatamos 2 a 2 después de ir perdiendo 2 a 0 con un gol del gran Correcaminos Reartez, etc. Después el magnífico equipo de Luis Sosa que con Apud y Aredez como estandartes de un fútbol exquisito paseó su jerarquía por todo el país y nos depositó en el Nacional B. Fue mi segunda vuelta olímpica en las gradas Monumental.
Pero ahí vinieron los dolores, solo mitigados por algunos momentos mágicos, como aquel gol de Pacheco gambeteando a medio Banfield. Vinieron los errores dirigenciales y los campeonatos increíblemente perdidos. Las derrotas de locales contra Tigre y Douglas que dejaron al equipo de Guerra con el subcampeonato y una semifinal perdida contra Banfield en la temporada 90/91. La mañana fatídica del 96 contra el Instituto de Klimowictz . El gol increíble errado por Bustos el último minuto en la semi del 99 contra Chacarita . La quita de 9 puntos y el castigo de los árbitros por culpa de Miranda que nos condenaron al Argentino A el año de nuestro centenario. El campeonato ganado en el 2.004 no sería consuelo porque Racing de Cba . nos robaría el ascenso una mañana vergonzosa en el Miguel Sancho. Pero a pesar de todo las nuevas generaciones retomaban el amor de sus padres y abuelos por la celeste y blanca, la primera que existió en el país . Era conmovedor cada inicio de campeonato, siempre con tribunas llenas y una fe renovada, con banderas nuevas y las gargantas rotas de tanto gritar al amor . Sería posible que con tan poco que les daban los de adentro, los de afuera sean cada vez más y más fieles?
Todavía quedaba un dolor más. El año pasado el penal de Capé frente a Brown no quería entrar y otra vez afuera. Pero con la continuidad asegurada de Solari había fe. Este tenía que ser nuestro año. Y la Inimitable comenzó a reventar estadios. 5.000 a Salta, 10.000 en Jujuy, 2.500 en Sunchales (no quisieron darnos más entradas), 6.000 en Córdoba. No había barrera geográfica ni limitación económica que pudiera detener tanta pasión. Hubo una canción que fue emblema: Dale dale De, la banda está loca, voy a todos lados con vos, quiero verte campeón, Deca sos la alegría de mi corazón, mi pasión . La ronda final no tuvo concurrencia menor a 25.000 personas en ninguno de los partidos que jugó Atlético como local.
Al mediodía del domingo 15 de Junio el Monumental ya estaba colmado. Jugábamos a las 14.00 hs. pero el amor no podía esperar. Estrené la camiseta que mi Carina me había regalado por el día del padre y durante los últimos 15 minutos del partido sentí que mi corazón iba a estallar. Hasta que estalló pero de felicidad y me fundí en mil abrazos con esos locos que acababan de tirar 21 años de mufa a la basura. Caminé por la 25 hacia la Plaza y en la vía de la Italia me encontré con mi hermano menor que me abrazó y me agradeció por haberlo hecho del Deca . Me acordé cuando yo era un adolescente y el un niño y empecé a llevarlo a la cancha. Me acordé de los clásicos cuando llegabamos 3 horas antes a la cancha junto con nuestro otro hermano. Lo ví un hombre y yo que ya no soy un niño creo que lloré.
Veo la producción del Gráfico dedicada al Deca y me pregunto si es el preludio de nuevas épocas de gloria. Como cuando en el 76 le ganamos a Boca en la Bombonera o cuando en el 84 le ganamos a Independiente en Avellaneda y el Gráfico titulaba "Volvió Tucumán, volvió Atlético" . Veo el Gráfico y me asombro: cuándo la revista deportiva más importante del país le dedicó un suplemento especial a un equipo que milita en una 3ª división ? Buceo los archivos de mi memoria y los que internet me pone al alcance y la respuesta es contundente: nunca.
Yo ya no soy un niño pero la ilusión es la misma que cuando escuchaba en la voz de Cafarelli las hazañas de Villa y Palomba. Voy a todos lados con vos, quiero verte campeón.