Esta vida de la gracia sembrada en nosotros por el Bautismo como una semilla que se introduce en la tierra, está llamada a crecer hasta llegar a su plenitud en la gloria del Cielo, que es su fin.
La causa primera y principal de su desarrollo en nosotros es el mismo Dios, pues es una vida puramente sobrenatural, sin cuyo influjo constante no podría existir.
Pero el que nos creó sin nosotros, no quiere salvarnos sin nosotros (cf. San Agustín, Sermón 169, 11), es decir, nos llama a secundar libremente su obra, a cooperar para configurarnos con Cristo en esta vida presente y dar fruto abundante y duradero (cf. Jn 15, 8. 16).
Esta sección quiere ser un humilde estímulo en nuestra vida espiritual, en nuestra amistad íntima con el Señor, para cooperar más y mejor con su obra de santificación en nosotros y ser así sus testigos en el mundo.
Lecturas recomendadas:
Reginald Garrigou-Lagrange, OP (1950)3. Las tres edades de la vida interior. I y II.
André Louf, OCSO, A merced de su gracia. Propuestas de oración. [Hay una edición española de Narcea y otra argentina de Ágape]