Nacido el 27 de Noviembre de 1966 en la ciudad de Managua, Rolando José Álvarez Lagos se crió en el seno de una familia de humilde condición, siendo su papá obrero y su madre ama de casa y vendedora de comidas caseras.
Desde pequeño sintió atracción por el sacerdocio y jugaba a celebrar misa según atestigua su hermana mayor Vilma. Durante su adolescencia se negó a prestar el servicio militar obligatorio que exigía el régimen sandinista y tuvo que marchar a Guatemala para preservar su integridad, país donde maduró su vocación religiosa. Regresado a su patria fue ordenado sacerdote el 7 de Diciembre de 1994 en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Managua.
Experto en Doctrina Social de la Iglesia no tardó en denunciar las flagrantes violaciones a los derechos humanos en que incurría el régimen marxista-sandinista de Daniel Ortega.
En Marzo de 2011 el Papa Benedicto XVI lo nombró obispo de Matagalpa pero el régimen ya lo tenía "marcado".
Cuando en el 2018 estallaron las protestas en todo el país por la falta de libertad y las paupérrimas condiciones en que viven los nicaragüenses, Monseñor Álvarez integró la mesa de diálogo entre gobierno y oposición manifestándose a favor del cambio y de la democratización de la república centroamericana.
Ortega aprovechó este diálogo para tomar aire, rearmarse y desatar una feroz represión con cientos de muertos. La Iglesia católica fue una de las más perseguidas por el régimen con cierre de radios y medios católicos, la expulsión de las Hermanas de la Caridad y del Nuncio Apostólico Stanislaw Sommertag.
En Julio del 2021 el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de Estelí en reemplazo del obispo Mata.
Con arresto domiciliario desde Agosto del 2022 fue trasladado este mes a la cárcel Modelo de Nicaragua.
Ante al destierro ofrecido a los 224 presos políticos sólo dos optaron por quedarse en su patria y soportar heroicamente las inhumanas condiciones a las que son sometidos. Uno es Mons. Álvarez y del otro se desconoce aún la identidad. Dora María Téllez Agüero, vieja guerrillera sandinista que también estuvo presa y optó por el exilio, describe que los privan de la luz del sol, de saber la hora, están mal alimentados, incomunicados, duermen en el piso, las condiciones de higiene son deplorables y casi no hay aire. Por esas condiciones optó Mons. Álvarez, por amor a su grey y a su patria, en un caso que nos recuerda mucho al Venerable Cardenal Van Thuan que estuvo 13 años preso en las temibles cárceles vietnamitas.
Quien sabe, si como dijera el Obispo de Saigon refiriéndose a su encarcelamiento que el gobierno sin quererlo había creado una escuela de catecismo entre los presos del régimen comunista, aquí se repita una situación similar.
Descolocado y enfadado por este gesto de valor, el dictador Ortega a acusado a Álvarez de querer ser jefe de la Iglesia en Latinoamérica, de querer ocupar el lugar del Papa Francisco y de estar desquiciado.
Sea este martirio voluntario, lento y doloroso del viril Obispo Álvarez semilla de renovación de la fe en la patria de Rubén Darío.