La crueldad de los soldados arrancando fríamente de los brazos de las despavoridas madres a sus hijitos, a sus inocentes e indefensos hijitos, para atravesarlos con sus espadas delante de ellas, cumpliendo órdenes de un sádico asesino, es la cruda imagen del poder del Mal, del Demonio, sobre los hombres (Herodes murió demente, engangrenado, pudriéndose engusanado). Pero, en este suceso que a cualquiera –creyente o no- horroriza ¿a cuántos bebés se habrían matado? Pareciera que a no más de 30 (vivían en Belén sólo 2.000 personas). 30, y la humanidad recuerda, conmovida, el hecho como la matanza de los santos inocentes.
¿Cómo podríamos, entonces, llamar nosotros, a 2.000 años del aterrador episodio, a la matanza de 133.000 santos e indefensos inocentes que ha perpetrado el sistema de “salud pública” en nuestro país, en los dos años de aplicación de la ley de aborto legal? Es el número oficial que muestra el diario “La Gaceta” (03/01/23).
Herodes y el mundo pagano -tal como los poderes mundiales de hoy-, por supuesto que no darían ninguna dignidad superior al ser humano, sólo por serlo. Para Herodes y el mundo pagano, esos niñitos, como para los presupuestos falsos e ideoligizados de la legislación abortista (la mayoría de votos no implica, necesariamente, la verdad), no son nada, no tienen ningún valor, pueden ser abortados, con frialdad profesional, en el sistema de “salud” pública o degollados por la soldadesca, da lo mismo. En unos, el desprecio a la vida humana; en estos otros, la cínica negación de la persona en el seno materno.
Tras la ambición de un tirano criminal o del individualismo deshumanizado del ultrafeminismo, está ofídicamente escondido, el odio al hombre, a la criatura más amada por Dios, el odio del Demonio a sus hijos, hermanos en Cristo, al que Herodes buscaba matar.
Además, como si fuera poco, le han quitado a la Patria, 133.000 argentinos (a los que habría que sumar abortos en clínicas privadas, llevando este número a cerca de 300.000, en apenas 2 años: ¡5.000 muertes por mes!, ¡otra que el coronavirus!), cuando es sabido que el mayor valor de un país es su población, y que la Argentina necesita, con urgencia, más argentinos que la pueblen productivamente y la amen.
No en vano, Perón y Evita (¡en cuyos nombres se cometen estos crímenes!) defendían la familia numerosa y privilegiaban el rol maternal de las mujeres.