Volvamos a 2019, cuando estar encerrados durante meses solo podía ser contenido de una mala pesadilla y el aborto no era ley. En ese entonces, la artista plástica Liset Feider pintó tres murales en el pabellón de maternidad del hospital Piñero, que depende del Gobierno de la Ciudad.
Las obras se hicieron con el aval del director y los bocetos fueron aprobados por una junta médica. Los murales fueron una donación de la pintora quien trabajó varias jornadas al rayo del sol y en andamios de gran altura.
Feider ya había donado otra obra al hospital.
En esta ocasión las imágenes eran las de un niño por nacer -muy apropiado para hermosear la entrada de una maternidad- una mujer embarazada frente al pabellón de obstetricia y una madre con su hijo, en pediatría.
Un grupo de médicos y sectores abortistas del centro de salud se quejaron porque consideraron que esas imágenes eran violentas para las mujeres que optaban por un aborto. Recordemos que por entonces no era legal el aborto voluntario, pero se practicaban “Interrupciones legales” por violación- sin necesidad de denuncia- y peligro para la salud integral de la madre, especialmente en casos de embarazos avanzados.
Después de unos días, las obras fueron cubiertas con maderas y así permanecieron hasta hace poco. Ahora las retiraron y pintaron sobre los murales.
SIN IMÁGENES
Como mencionamos en esta columna en diciembre de 2019, es importante recordar que la “Guía para el Desarrollo de Mensajes Basados en Derechos ¿Cómo hablar sobre el aborto?” publicada en 2015 por la empresa internacional abortista Planned Parenthood (IPPF), se refiere al uso de imágenes. En la página 20, explica que debe evitarse "en todos los casos, el uso de imágenes de fetos". El justificativo que aduce es que "pueden tener una asociación negativa para quienes buscan servicios de interrupción voluntaria del embarazo", en otras palabras, que la imagen de un niño por nacer efectivamente mostraría a quien se estaría eliminando.
Es interesante ver la cantidad de detalles que menciona esta guía con recomendaciones para los comunicadores. Por ej.: evitar decir "abortar un niño" recomienda decir "poner fin a un embarazo"; evitar decir "bebé, feto muerto, bebé no nacido, niño no nacido" recomienda decir "embrión (hasta la semana 10 de gestación), feto (de la semana 10 de gestación en adelante), el producto del embarazo"; evitar decir "quedarse con el bebé, quedarse con el niño" recomienda decir "elegir la continuación del embarazo, continuar el embarazo".
En su larga lista de sugerencias, esta guía también incluye evitar decir "madre, padre, padres de familia" y recomienda emplear "mujer embarazada, pareja de la mujer embarazada".
Además, aclara que "aunque la mayoría de los abortos en el mundo son brindados a personas que se identifican como mujeres, la IPPF reconoce que otras personas no identificadas bajo esta categoría (por ejemplo, hombres trans/personas transmasculinas y quienes no responden a los géneros binarios) podrían también tener experiencias de embarazo y aborto".
En cuanto a las imágenes recomienda no usar fotos con mujeres "visiblemente embarazadas".
En todos los casos se busca invisibilizar una verdad evidente: el estrecho vínculo biológico entre dos seres humanos -madre e hijo- que más allá de las vicisitudes que lo rodeen, existe independientemente de su voluntad.
Si prestamos atención al uso que hacen del lenguaje y la imagen muchos periodistas y comunicadores de medios hegemónicos, constataremos cuánto se aplican estas recomendaciones. Algunos por obediencia consciente, otros por copia de un lenguaje "políticamente correcto". En el Hospital Piñero estas recomendaciones se siguieron al pie de la letra.
OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE SIENTE
De acuerdo con el informe realizado por el Dr. Nicolás Lafferriere sobre el “Análisis del presupuesto 2023 en Argentina en relación con el aborto y la maternidad vulnerable”, dar efectivo cumplimiento a la ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo es una de las líneas prioritarias sobre las que el Ministerio de Salud pretende trabajar el año entrante. Se proyecta distribuir 100.000 tratamientos para la interrupción voluntaria del embarazo.
Quienes conocemos de cerca Proyecto Esperanza (https://proesperanza.org), un ministerio pastoral posaborto, que acompaña a mujeres que abortaron y sufren las consecuencias, sabemos que muchas de ellas llegan a tomar esa decisión pensando que es el único camino posible y que lo que no ven no existe. Muchas tapan la realidad durante años, hasta que no dan más.
Afirmó Liset Feider, en una entrevista en Radio Grote que ya no le afecta el daño y la cancelación que le hicieron a su obra, sino que lo que realmente le duele es ver como muchas mujeres son engañadas al ofrecerles el aborto como una solución.
Hacer como si algo no existiera, no lo elimina. Tapar un mural con un bebé, o un símbolo de la maternidad no hace desaparecer la realidad del embarazo, ni la del niño, ni la de los cientos de abortos que se cometen detrás de esas paredes.