La Revista Goles nació en 1948 y durante décadas fue junto a "El Gráfico" el semanario deportivo más importante del país.
En diciembre de 1979 los cuatro equipos que llegaron a semifinales del Torneo Nacional de ése año fueron
River Plate, plagado de estrellas y campeones mundiales como Fillol, Passarella, Alonso o Luque; el
Unión santafesino de Alí, Pumpido y Telch;
Atlético Tucumán con la columna vertebral de "los negros" Ruiz y Guerrrero, Castro y Palomba y
Rosario Central que ganaría el Nacional del año siguiente.
Goles, que hacía unos meses se llamaba Goles Match, había cambiado de dueño y adoptado un tono de cierta rebeldía ante la dictadura tituló la previa de esas semis "River contra el Interior" ilustrando con la camiseta de los 4 involucrados.
Cuarenta y tres años después y faltando también 4 partidos para definir al campeón un equipo de la Argentina profunda tiene conmocionado al país y es la gran esperanza de los humildes. Y es precisamente uno de aquellos cuatro semifinalistas del 79: Atlético Tucumán. Y lo hace luchando contra Boca, Racing, Huracán y River en los puestos siguientes. Equipos que lo superan largamente en poder, relaciones y dinero.
Eso, en un país profundamente asimétrico, como el nuestro, tiene un enorme valor.
"Ya se va a caer" dicen los agoreros desde la fecha 8. Y el equipo del mago Pusineri no lo hace. Bancando los frecuentes y largos viajes, los arbitrajes adversos, el fixture que le deparó visitar a los 5 grandes, los comentarios sobradores de la prensa porteña, las lesiones y los rivales que lo estudiaron y le juegan a muerte.
En Tucumán hay una locura, una euforia tal que el mundial pasó a un tercer plano. Pero no es sólo en la casa del decano donde se alimenta la ilusión. En todas las ciudades pobres y postergadas de esta Argentina que duele, miles quieren que sea un provinciano el que sea el campeón.
Atlético - como su provincia - tiene una historia épica.
Si así no fuera no estaría luchando solo contra Buenos Aires. Viejo y glorioso decano.