"Europa se prepara para contener el embate de la ultraderecha en Italia" titula La Nación , el diario al que curiosamente se suele calificar de derecha o conservador a pesar de compartir plenamente la agenda cultural del progresismo. Otros calificativos son "neofascista", "reaccionaria" o "derecha recalcitrante" para referirse a Meloni y su espacio político.
La futura primer ministro italiana hasta ahora no ha manifestado ninguna intención de poner en práctica políticas fascistas, ideología política condenada expresamente por el Papa Pío XI en la encíclica "Non abbiamo bisogno" de 1931.
Tal vez para la UE y para los comunicadores formados en las universidades cooptadas por el ideario del Mayo francés estar en contra de la ideología de género y del aborto sea fascista. Sin embargo, a la dictadura de Ortega que mantiene un obispo preso en pleno siglo XXI no se le atribuye el ser de ultraizquierda. Tampoco Venezuela, Cuba, China o Corea son de ultraizquierda a pesar de sus violaciones sistemáticas a la libertad o a los derechos humanos.
La palabra ultraizquierda ha desaparecido de las redacciones de todo el mundo y hay consenso para que no vuelva a aparecer.
Como uno de los tantos hijos del idealismo filosófico de Descartes para el cual la realidad no puede ser conocida porque los sentidos nos engañan, la lingüística sostiene que el lenguaje construye la realidad.
Uno de sus máximos referentes, el francés Émile Benveniste distingue la lingüística que estudia la lengua como un sistema de signos de aquella lingüística del discurso que estudia la lengua como instrumento de comunicación.
La significación o significado de una palabra no estaría en la cosa sino que es efecto de la combinación de significantes. Por eso es necesario combinar los significantes de tal modo que estimaticen a algunos y ensalcen a otros para imponer mi pensamiento, el pensamiento único, fruto de la dictadura del relativismo que denunciara valientemente el Papa emérito Benedicto XVI.
Por eso si Ud. está en contra del asesinato de niños en el seno materno no es provida sino un antiderechos, si está a favor de la familia natural es un homofóbico y si tiene fe es un medieval atrasado cerrado a los nuevos vientos.
La modernidad se ha convertido en una gigantesca Babel donde a pesar del palabrerío en realidad no hay voluntad de comunicación y diálogo, donde a pesar de la declamada tolerancia hay voluntad de dominio y destrucción. La Modernidad ha olvidado que al principio era el Verbo y el Verbo era Dios.