"El actual procedimiento de persecución contra dos jueces, parecería tener por objeto y podría obtener como resultado el forzoso sometimiento de ellos...y la imposición de un pensamiento único y una rasa visión de la ley, y para ello el ejercicio de una práctica disciplinadora, se llevaría consigo los principios republicanos y los derechos fundamentales de los habitantes, entre los cuales el respeto al bien de la vida subsiste entre nosotros como el primordial" Expresó la asociación civil abogados por la vida de Santa Fe.
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 8 de la Ciudad de Buenos Aires, en el 2020 tuvo el caso de un hombre, Diosnel Ferreyra Zayas, acusado de abuso sexual contra su media hermana, la menor L.E.R., y de homicidio de un tercero.
El caso era doblemente trágico, porque a raíz de los abusos sufridos, la víctima de 14 años quedó embarazada, y durante la instrucción del proceso se le practicó un aborto que terminó con la vida que llevaba en su vientre , una niña de cinco meses o cinco meses y medio de gestación.
Ferreyra Zayas fue condenado a treinta y cinco años de prisión, una pena bastante mayor que la requerida por la Fiscalía. Hasta aquí, todos satisfechos. La controversia empezó cuando, dada la extrema gravedad de lo ocurrido, los jueces consideraron necesario ordenar una investigación sobre las circunstancias que rodearon también el aborto practicado a la menor.
De los miembros del tribunal, el doctor Sañudo se inclinó por ordenar medidas informativas previas, en tanto que el juez Anzoátegui por su voto, y el juez Rizzi adhiriendo, decidieron otra. Fue con ese voto que el doctor Anzoátegui introdujo un extraordinario "excursus"
Los jueces fueron acusados de ignorantes, de misóginos, de extralimitarse en sus funciones, de mal desempeño y pedidos de destitución que presentaron las feministas ante el Consejo de la Magistratura.
Los pedidos de destitución ni siquiera se deben a que los miembros del Tribunal hayan intentado impedir el aborto, que ya se había materializado. Lo que pidieron es que se averiguara, por un lado, si la niña de cinco meses de gestación había nacido con vida y en ese caso si se trató de un homicidio, y por el otro, si los funcionarios públicos que debieron intervenir lo hicieron de acuerdo con la ley.
Lo que generó la reacción es que, si la niña había sido eliminada antes de nacer, los jueces pedían que se investigara el delito de aborto.
A continuación presentamos algunos extractos del maravilloso excursus del Juez
Del voto del Dr Javier Anzoátegui – juez del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 8- en el caso D.F.Z. (causas N° 6040 y 6055)
Excursus acerca de la muerte de una niña.
1.A.- El Tribunal es un Tribunal de Justicia. Debe velar, pues, por hacer justicia. Y dentro de su competencia, debe hacer lo posible por reparar la injusticia allí donde la advierta.
El Tribunal ha hecho justicia con el acusado, imponiéndole una gravísima pena de prisión. Ha satisfecho la justicia en el caso traído a su conocimiento. Ha reparado, en cuanto estaba al alcance de su actuación, la injusticia cometida por el imputado contra sus víctimas. No ha devuelto la vida al señor H.D.G, ni la inocencia perdida a la niña L.E.R. Pero ha hecho lo que debía, dando a D.F.Z. lo suyo, esto es, el merecido castigo por los crímenes que cometió.
Esto ha sido hecho, y acerca del punto no hay más que agregar. Sin embargo, y como quedó dicho, la función del Tribunal no se limita a juzgar un caso y hacer justicia, sino también a procurar la reparación de cualquier injusticia de la cual tome conocimiento en el ejercicio de sus funciones. De esto trata este excursus.
El mundo moderno, la ideología dominante, los poderosos de la tierra, han hecho un trabajo fino, un trabajo constante y aplicado, un trabajo que ha rendido sus frutos (amargos, por cierto): el trabajo de modelar la realidad a su gusto y placer. Aquello que molesta, lo que es arduo, lo que siempre se pensó, debe ser destruido, derribado, confundido, aniquilado. La muestra o el resultado de esa operación, es lo que el Tribunal ha podido comprobar con sus propios ojos y oídos en este proceso.
D.F.Z. ha cometido delitos horrendos, incalificables, inauditos. Y por ellos ha recibido el castigo merecido. Sin embargo, el Tribunal ha comprobado con absoluta certeza que en el trámite del proceso diversos agentes estatales han colaborado, directa o indirectamente, con la comisión de un delito de similar o mayor gravedad que los crímenes que le merecieron al acusado treinta y cinco años de prisión . La diferencia con el caso de D.F.Z. es que este delito no es considerado tal por el mundo moderno, la ideología dominante y los poderosos de la tierra. Por el contrario, el trabajo de trastocamiento de la realidad al que se ha aludido, ha logrado que lo que es un crimen aberrante sea considerado un derecho, que lo que está mal se vea como un bien.
Podría abordar el asunto desde diversas perspectivas. No obstante, dada la indisimulable admiración que tengo por la filosofía realista, comenzaré el análisis por los hechos. Y dada también mi afición por la paradoja, con lo que ésta tiene de provocativa, no empezaré por el principio, sino por el final. Dicho de otro modo, no comenzaré por la cabeza, sino por los pies. O, más bien, por el pie. Esto tal vez cause cierta perplejidad en el lector, pero no hay aquí lugar para eufemismos. Hablé de un pie, y desde ese pedestal ascenderé en el razonamiento que coronará la conclusión.
Un pie, digo y no miento. Un pie pequeño, pero perfectamente identificable. No es el pie de un oso panda, ni de una orangutana, ni de un tatú carreta. Es el pie de un hombre. El pie de aquéllo que el mundo moderno, la ideología dominante y los poderosos de la tierra, por razones espurias, prefieren llamar con el despectivo nombre de “feto”, y que nosotros, los realistas, con mayor amor y elegancia designamos con el bello apelativo de “niño”.
Esto no es retórica barata o romanticismo de baja estofa. Nos decimos realistas y los somos. El pie del que hablamos no es producto de nuestra imaginación. Muy por el contrario, el atento lector podrá verlo fotografiado a fs. 81, incluido entre las pruebas que se exhibieron en el juicio. Y podrá verlo a renglón seguido, por esos malabares esotéricos de la informática:
Aquí está, pues, en las manos de un médico (esos profesionales que solían dedicarse a curar a los hombres, y que hoy se dedican también a descuartizarlos). Un pie –tal lo anticipado- pequeño. Un pie –tal lo anticipado- innegablemente humano. Un pie –tal lo anticipado- de un niño.
¿De dónde ha obtenido este profesional el pequeño pie de un niño del género humano? Siendo que los pies suelen estar unidos a un cuerpo, es evidente –y el Tribunal supone que no habrá discusión al respecto- que el señor médico ha procedido a serruchar ese pie del cuerpo de un niño. ¿Qué lo ha llevado a concretar un acto de tamaña crueldad? La orden de un juez. No es que el juez haya ordenado la mutilación del niño. Dispuso que de su cadáver se obtuvieran muestras de ADN, con el fin de cotejarlas con las correspondientes al acusado.
No sé el motivo por el cual quienes tuvieron a su cargo la extracción de muestras optaron por cercenar el pequeño pie al cadáver del niño. Tampoco sé el motivo por el cual han tenido la necesidad de tomar una fotografía de ese miembro y agregarla al informe. Pero advierto que éste ha sido un procedimiento providencial. En efecto, en un asunto en el cual el mundo moderno, la ideología dominante y los poderosos de la tierra prefieren soslayar una mirada franca de las cosas; en un asunto en el cual la mayoría de los mortales opta por desviar los ojos hacia situaciones y lugares menos desagradables y comprometedores –confirmando así el viejo dicho: “ojos que no ven, corazón que no siente”-; que nosotros tengamos ante nuestra vista el pie mutilado del cadáver de un pequeño ser humano es, como digo, providencial, no porque me solace en la mutilación, sino porque me alegro de que la verdad salga a la luz.
B.- El niño en cuestión no es alguien cuya identificación resulte dificultosa. No sé su nombre -si es que alguien ha tenido la delicadeza de dárselo- pero sé quiénes son sus padres: D.F.Z. y L.E.R. Como la versión moderna de una tragedia griega, el niño muerto es hijo del acusado y de su hermanastra. Fruto de una
despreciable violación de una pobre niña. Más trágico que las tragedias de la antigüedad.
La víctima cursaba –días más o menos- el quinto mes de embarazo, cuando la cruel realidad de la violación trascendió al ámbito familiar, y luego se hizo pública. Allí se introdujeron en la vida de esta niña –y del niño que llevaba en su seno- con la sutileza de un elefante en un bazar, los integrantes del “Programa las Víctimas contra las Violencias”, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Un breve entrevista con una jovencita confundida, desesperada, angustiada, devastada por la situación. Una breve entrevista a solas, sin ninguno de sus afectos más cercanos –la madre quedó afuera, a metros de distancia física, pero a años luz de distancia espiritual-, y tras la breve charla de “contención”, los profesionales de la acogedora brigada –ellos, y no la niña- le comunicaron a la madre que trasladarían a su hija a un hospital público para practicarle un aborto.
El mundo moderno, la ideología dominante y los poderosos de la tierra, es decir, los promotores –entre otros males que nos acechan y nos hieren- del crimen del aborto, hablan, razonan y pronuncian discursos desde un plano teórico o, para ser más exactos, desde una perspectiva idealista, esto es, desde un punto de vista que soslaya, ignora y desprecia la realidad. El Tribunal, sin embargo, y como lo ha adelantado, parte de otra perspectiva, que es la de los hechos concretos, la realidad tangible, la experiencia sensible. Y desde esa posición tiene la posibilidad de contemplar las cosas como son.
Como quedó dicho, tras una entrevista formal, la niña L.E.R es llevada por una brigada de contención para ella ignota a un hospital público. ¿Para qué? Bueno, según dicen, para solucionar sus problemas. Para, según pregonan, respetar sus derechos. ¿Qué harán con el propósito de obtener tan loables fines? Sólo una sencilla intervención médica. “Interrupción legal del embarazo”, dicen, claro, en el nefasto léxico del mundo moderno, la ideología dominante y los poderosos de la tierra.
Desde el realismo, que es la filosofía y el lenguaje de la verdad, tenemos otra forma de llamar a esta aséptica intervención. La denominamos como debe hacérselo si uno no anda con eufemismos. Le ponemos un nombre brutal, porque describe una brutalidad. La llamamos, pues, un asesinato. Los médicos (algunos de ellos) otrora ocupados en curar la enfermedad y postergar la muerte, se han convertido hoy (algunos de ellos) en sicarios, asesinos a sueldo. La niña L.E.R fue llevada a un hospital público para que estos médicos mataran a su hijo. Un niño sano, sin ninguna patología conocida, cuyo único pecado ha sido ser el fruto de un crimen deleznable (aunque un crimen absolutamente ajeno a él). Un niño que semanas más tarde podría haber nacido y ser viable (si es que, con la debida asistencia, ya no lo era).
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He comenzado –y desde aquí me permito parafrasear a Chesterton- con el pie izquierdo de esa chicuela. Sé que esto, de todos modos, es cosa buena. Cualquier otra cosa podrá ser mala, pero el orgullo de una madre por su hija es algo bueno. Es una de esas ternuras cristalinas que son la piedra de toque de cada edad y de cada raza. Si las otras cosas están contra ella, las otras cosas deben caer. Si los gobernantes y las leyes y las ciencias están contra ella, los gobernantes, las leyes y las ciencias deben caer. Con el pie izquierdo de una chicuela humilde prenderé fuego a toda la civilización moderna. Esa niña, cuyo pie hemos visto fotografiado, no debería haber sido asesinada. Su pie izquierdo no debió ser cercenado, como el de un convicto de la antigüedad. No: todos los reinos de la tierra deben ser desmenuzados y mutilados para adecuarse a ella. Los vientos del mundo serán templados para esa oveja sacrificada. Todas las coronas que no pueden caber en su cabeza serán rotas. Todos los ropajes y los edificios que no armonicen con su gloria serán derribados. Ella es la imagen sagrada y humana. ¡A su alrededor el mecanismo social caerá en pedazos y se esfumará, los pilares de la sociedad serán sacudidos y se desplomarán los siglos, pero ni un solo cabello de su cabeza será dañado!