El 1 de septiembre, en una entrevista a EWTN Pro-Life Weekly, Jessica aseguró que “este bebé me salvó la vida” y afirmó que la difícil experiencia que vivió “era Dios llamándome a algo muy grande”.
La madre relató que detectó un bulto en su pecho, pero que los médicos le dijeron que solo era un tumor benigno. Dos semanas después, Jessica supo que estaba embarazada, y fue en su primera cita de obstetricia y ginecología donde le diagnosticaron con cáncer de mama.
Dijo que al inicio los médicos dijeron que el tumor era pequeño y que el cáncer estaba en etapa 1.
Sin embargo, después de la cirugía, confirmaron que el tumor medía 13 centímetros y que el cáncer estaba en etapa 4 o fase terminal.
Jessica, quien además de ser una católica devota es una apasionada defensora de la vida, dijo que su embarazo renovó su fe y la impulsó a dar testimonio de la confianza en Dios.
“Ahora te has convertido en la mujer que todos usan en sus argumentos, ‘¿y si la vida de la mujer está en peligro?’” dijo. “Ahora es mi momento de recorrer el camino”, añadió.
La madre señaló que su fe le ayudó a superar las dificultades, y recordó que después de cada tratamiento de quimioterapia iba a rezar ante la tumba del Beato P. Solanus Casey, un fraile capuchino cuyo cuerpo está enterrado en Detroit, su ciudad natal.
“Recé ante su tumba para ser curada de forma milagrosa y para que mi hijo naciera hermoso y saludable”, recordó.
Además, dijo que acudió a Santa Gianna Beretta Molla, una médico y madre católica que fue diagnosticada con un tumor en el útero durante su cuarto embarazo, pero que se negó a abortar y murió tras dar a luz a su hija.
Hanna explicó que al igual que la santa, ella eligió recibir un tratamiento contra el cáncer que no pusiera en peligro la vida y salud de su bebé.
“Muchas personas no saben que la quimioterapia puede ser bastante segura durante el embarazo”, dijo.
“Elegí el camino intermedio en el que haría un poco de quimioterapia con algunas modificaciones, y ella fue una gran inspiración para mí”, agregó.
La madre afirmó que luego de su diagnóstico de cáncer terminal, sintió que Dios la estaba llamando a algo más. Así que dos días después, pese a sentirse insegura de su propio futuro, creó una cuenta en redes sociales para compartir su experiencia.
Explicó que creó una comunidad de oración virtual para ofrecer su dolor por las intenciones de todos ellos. “Ningún sufrimiento debía desperdiciarse”, afirmó.
La heroica madre pensó: “No sé adónde me está llevando Dios ¿Me va a llevar por el camino en el que necesito mostrarle a la gente cómo morir con gracia, con su gracia y misericordia? ¿O va a mostrar un milagro?”
“Decidí usar las redes sociales para decir que no importa lo que creas que va a pasar, pues la confianza en Dios es lo más importante […] Que vas a abandonar tus propios deseos y vas a dejarlos al pie de la Cruz para que Él se ocupe de ellos”, dijo.
Hanna además ofreció tres consejos a las mujeres embarazadas que pasan por situaciones similares.
Primero, las animó a siempre buscar varias opiniones médicas antes de tomar una decisión . Al respecto, dijo que acudió a entre 8 y 10 médicos antes de continuar su tratamiento, y que un par de ellos le aconsejaron abortar.
Jessica dijo que en su experiencia el aborto “no era necesario en absoluto. Mi pronóstico no cambió. Mi plan de tratamiento no cambió: embarazada o no embarazada”.
Luego, animó a acudir a la Virgen María, que “sabe lo que es tener los dolores cuando se trata de tu hijo y el miedo”.
“Entonces, si acudes a ella, ella tomará esos miedos, los llevará a su Hijo y rezará contigo para que el Señor envíe y derrame su misericordia sobre ti y tu hijo”, agregó.
Además, les dijo que unan su sufrimiento a la Cruz de Cristo.
“Así sea una inyección intravenosa y estés pensando en los clavos atravesados en sus manos y pies, o si sientes agonía mientras esperas un examen o los resultados de una prueba médica, piensa en su agonía en el Huerto [de los Olivos]”, dijo.
Jessica dijo que después de dar a luz, los exámenes médicos fueron claros: no había indicios de que el cáncer se hubiera propagado a otros órganos de su cuerpo o a sus ganglios linfáticos. Su diagnóstico, que al inicio era terminal, se volvió curable.
El caso de Jessica, que llamó a su hijo Thomas Solanus, fue presentado para la canonización del Beato P. Solanus Casey.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.