A mediados del S.XIX, el gobierno inglés, ante su desventaja en la balanza comercial con China, introdujo masivamente el opio en aquel país para generar una adicción y obligar al gobierno del país oriental a recibir la sustancia en pago por sus mercancías.
Cuando los chinos destruyeron algunos cargamentos de la droga y la prohibieron ante los evidentes daños en su población y en su economía, la Reina Victoria respondió declarándoles dos guerras ( la segunda con apoyo de Francia ) que les costaron millones de vidas, casi en su totalidad de civiles, a los chinos.
Hoy en nuestro país se está librando una nueva "guerra del opio", con el agravante de que son nuestros propios gobernantes los que están empujando a la población a las garras de una adicción tan silenciosa como peligrosa.
Nadie recuerda que la marihuana afecta el lóbulo frontal y el normal funcionamiento de la inteligencia, (por ejemplo no pueden armar un rompecabezas que lo armaría un niño) produciendo una desmotivación patológica y psicosis. Nadie recuerda que suele ser la puerta de entrada a otras drogas duras y que en un país pequeño como Uruguay, su legalización trajo consigo 150.000 nuevos adictos.
Tal vez Diana Conti, la autora del proyecto, o el ministro Kulfas - su gran promotor - crean que el saldo de esta ley sea inocuo y ninguna vida y ninguna familia sea arruinada. O tal vez sólo vean los millones de dólares que irán a parar a las arcas de alguna multinacional saliendo de los bolsillos de los consumidores argentinos.
Sea cual sea el caso, la ICC ( Internacional Cannabis Corporation ) felicita y agradece al gobierno y legisladores argentinos por los servicios prestados.